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EL BULEVAR DE LA VIDA

En bandolera

Salvo la corrupción y su hermana la impunidad, pocas cosas dañan tanto a un país como la arrabalización institucional, aunque ambas van de la mano.

(Por cierto, pensándolo bien, ¿en qué momento, jugando a ser una democracia, pasamos a ser una fauna? Cómo pudo ocurrir que, de la falta de libertad de una dictadura, en 40 años pasamos al libertinaje más generalizado y a la absoluta libertad de difamación y descaro. Vayamos a los hechos).

Una vez más, el gobierno está enfrascado en registrar las motocicletas que circulan en el país, y son el instrumento por excelencia para asaltar ciudadanos en las calles, lo que debería bastar para hacerlo, para registrarlas.

Pero no.

Desde inicio de siglo, en el país la inmensa mayoría de las motocicletas no están registradas... y el gobierno siempre lo ha sabido. Son expresiones del mismo caos arrabalero. Pasa con el registro de las motocicletas, pasa con la ley de medio ambiente, la bulla, el porte y tenencia de armas, pasa con la ley de tránsito, con la ley municipal, pasa en TNT. #eserdemonio.

¿Por qué a pesar de la ley de medio ambiente y contaminación sónica, los bares y colmadones intranquilizan a todo un sector (Arroyo Hondo, por ejemplo), o por qué un señor de reflujo trujillista puede cerrar el acceso a las calles que llevan a su residencia con el apoyo de unos regidores? ¿Por qué? Porque el Estado dominicano ha perdido la capacidad de respetar y hacer respetar las leyes que lo rigen.

Borges advertía que la democracia es el abuso de las estadísticas, pero en verdad en nuestra democracia de lo que estamos abusando es de la paciencia del ciudadano común, miembro de alcurnia y abolengo del club de los pendejos.

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