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EL BULEVAR DE LA VIDA

Las palabras

Como mis comentarios, más exactamente mis palabras, para toda programación diaria de la emisora Zol FM, superaron hace poco su quinto año de emisión, creo de justicia rendir homenaje agradecido a las pala­bras, citando aquí lo que sobre ellas escri­bió el rey Midas de la poesía, Pablo Neru­da.

“Todo lo que usted quiera, sí señor, pe­ro son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… (...) Las amo, las adhie­ro, las persigo, las muerdo, las derrito. Amo tanto las palabras. Las inesperadas. Las que glotonamente se esperan, se ace­chan, hasta que de pronto caen. (...)

Persigo algunas palabras. Son tan her­mosas que las quiero poner todas en mi poema. Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las sien­to cristalinas, vibrantes ebúrneas, vege­tales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y enton­ces las revuelvo, las agito, me las bebo, (...) las trituro, (...) las liberto. Las de­jo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como car­bón, como restos de naufragio, regalos de la ola.

Todo está en la palabra. Una idea ente­ra se cambia porque una palabra se tras­ladó de sitio, o porque otra se sentó co­mo una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pe­los, tienen de todo lo que se les fue agre­gando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces. Son antiquísimas y recientísimas. Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada.

Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistado­res torvos. Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Améri­cas encrespadas, buscando patatas, buti­farras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… To­do se lo tragaban, religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas.

Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra. Pero a los bárbaros se les caían de la tierra de las barbas, de las herradu­ras, como piedrecitas, las palabras lumi­nosas que se quedaron aquí resplande­cientes. El idioma.

Salimos perdiendo… Salimos ganan­do… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras”.

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