Del gobierno de turno

Los problemas, las dificultades y los inconvenientes de un país son responsabilidad, deber y obligación del gobierno de turno.

Las culpas de la gestión anterior solo convencen a los conversos, en principio, pero después de cierto tiempo, a nadie.

Esos problemas, dificultades e inconvenientes los padeció la población, y por eso se empoderó como electorado y votó por el cambio.

La impresión es que la administración de Luis Abinader es boyante, de que cuenta con suficientes recursos para cumplir sus promesas de campaña.

Donde quiera que llega el jefe del Estado anuncia inversiones de miles de millones de pesos, aunque apena que solo inaugure un comedor económico, o un parqueo, o una sucursal de banco.

Ya vendrán las ejecutorias de magnitud, las líneas del Metro, la extensión del teleférico y la aplicación de las grandes políticas públicas.

El ministro de Interior fue que dio con la piedra filosofal de la seguridad ciudadana, y presentó ese prodigio a los empresarios del Conep, a la Conferencia del Episcopado y a senadores y diputados.

Trasplantó en una latica un pequeño desprendimiento de la mata principal a Cristo Rey, y lo celebró como el mayor de los logros, y tan exitosa la experiencia que se decidió llevarla a San Francisco de Macorís.

Todavía no se tienen registros de esa ciudad, pero sí que en San Gerónimo y una zona de Herrera los delincuentes se están riendo a mandíbulas batientes.

Les dejaron libre su territorio y disponen a su antojo y capricho. Ese fracaso atemoriza al país, pues si no se tiene control de unas cuantas cuadras ¿ cómo del inmenso país ?

Si el presidente no reprueba y apoya el trabajo del ministro de Interior y director de la Policía Nacional, el gobierno asume la evidente incapacidad y tarea fallida.

El mandato es de 4 años, y lo que más hay es tiempo para revisar, corregir y afinar la puntería. Se le está disparando a la maleza y es justo que sea a la bestia que ni siquiera se disimula en la espesura.

El crimen se sucede a pleno sol, en claro día.