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La competencia por el tiempo

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ARTURO LÓPEZ VALERIOSanto Domingo

En 2018, Matthew Ball, Jefe de Estra­tegia global para Amazon Studios, escribió una entra­da en su blog la cual se ti­tulaba “Netflix Misunders­tandings”: “Netflix no está siendo imprudente, solo es­tá jugando un juego que na­die más se atreve”. En la misma Ball argumentaba, que si bien era poco proba­ble que Netflix siguiera de­portes en vivo, noticias en vivo o anuncios durante “al menos una década”, un im­pulso a corto plazo en los juegos se sintió inevitable dada la cultura y la crecien­te escala de la compañía.

Un año más tarde, sur­ge la noticia: “Fortnite es el competidor más amena­zante de Netflix” y 41 días después, el CEO de Netflix, Reed Hastings, mencionó Fortnite por primera vez, escribiendo en su carta de inversionistas del cuarto tri­mestre de 2018, “Competi­mos (y a la vez perdemos) con Fortnite más que HBO”.

Ball aclaró en su blog que Fortnite no es el competidor más grande, primario o más cotidiano de Netflix, Disney tiene ese papel en la actuali­dad, seguido por HBO Max y probablemente Amazon Prime Video. Pero Fortnite, como instancia de los jue­gos sociales, es el compe­tidor más amenazante de Netflix y es el punto central del comentario de Ball en su blog.

Tres años después, Ne­tflix ha entrado “oficial­mente” en los juegos. Du­rante el Earning’s Call de la compañía en el segun­do trimestre de 2021, Has­tings confirmó que Netflix ha contratado a su primer vicepresidente de juegos, y también comenzó a revelar cómo el transmisor de vi­deo online.

El negocio del ocio El enfoque en el ocio, en lugar de en el “video pre­mium”, es importante y con ese fin, Netflix ha comuni­cado anteriormente que “el sueño es mi mayor enemi­go”. En los últimos años, la mayor parte de la indus­tria del entretenimiento ha adoptado el modelo mental de Netflix.

En 2019, Doug Bowser, el presidente de Nintendo of America dijo: “Ese tiem­po que pasas navegando por la web, viendo una pe­lícula, viendo una trans­misión de una conferen­cia: eso es todo el tiempo de entretenimiento por el que estamos compitiendo. El conjunto competitivo de Nintendo es mucho más grande que sus competido­res directos en Sony y Mi­crosoft. Nintendo compite por el tiempo”.

Para muestra un bo­tón: los últimos seis me­ses, Snapchat y Spotify han identificado a Fortnite co­mo un competidor clave.

Los juegos se han con­vertido en un canal crítico para crear nueva propie­dad intelectual (IP según sus siglas en inglés), contar historias personajes exis­tentes –como skins de Bat­man en Fortnite, construir amor por cualquier historia y monetizar ese amor tam­bién. Como resultado, Ne­tflix está buscando partici­par en la categoría si quiere desarrollar o hacer crecer sus franquicias.

La inclinación es eviden­te la jugada con salida de las series originales como The Witcher, Castlevania entre otras historias, que son propiedad intelectual basada en el mundo de los videojuegos.

Pero hoy en día, eso sig­nifica que Netflix debe ex­ternalizar casi toda esta experiencia. En otras pala­bras, ellos deben contratar a una empresa –o un con­junto de empresas– de en­tretenimiento para produ­cir el contenido que Netflix no pueda ejecutar por sí mismo.

Ese contenido que pue­de distraer a sus consumi­dores de su plataforma y lo conduzca a una plataforma de entretenimiento de la competencia.

Esta es una gran oportu­nidad para la industria de la economía naranja y las empresas de exportación de servicios modernos en nuestro país: no solo habrá presupuesto para conteni­do cinematográfico, sino para los creadores de vide­ojuegos. El sector creativo y tecnológico tiene un mo­mento como nunca antes en la historia del país.

Según los datos del Di­gital Market Outlook de la firma Tabuga, los ingresos proyectados en el mercado de videojuegos a nivel glo­bal alcanzarán los 156,026 millones de dólares en 2021. En nuestro país, ape­nas llegará a unos 160 mi­llones de dólares para el mismo período.

Debemos continuar la construcción de las capaci­dades digitales para expor­tación.

Un gran objetivo que ayudará a insertar a los creadores y técnicos en un mercado global, que incen­tivará el consumo local –si lo utilizamos como merca­do de pruebas. Esta rela­ción de ecosistema solo ne­cesita una chispa y por lo que parece, Netflix está en­cendiendo una llamada.

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