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ENFOQUE

Balaguer, hijo del conchoprimismo

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Ángel LockwardSanto Domingo, RD

Joaquín Balaguer nació un 1 de septiembre de 1906 en Navarrete, en tiempos de la montonera y durante su infancia arrastró las penas dejadas por las papeletas de Lilís, nombre con que se conocen los desórdenes monetarios de aquel emperador chiquito y, asimismo con la intervención norteamericana del 1916, producto del endeudamiento alocado del siglo XIX, inició la práctica de su excepcional oratoria que poco más tarde, al sustituir a Estrella Ureña en la primera campaña de Rafael L. Trujillo, le abrió al espacio de la Administración pública hasta hacer de él uno de los burócratas más completos que ha tenido la República: Estos eventos marcaron su vida pública, por eso era enemigo del endeudamiento y de las liberales monetaristas.

La poesía por igual le acompañó desde los años mozos hasta su muerte como rincón en que su alma se escondía, desde Versos paganos hasta Amor tardío, cuando no a llorar sin lágrimas el desdén de algún amor perdido, como en El pasado.

Como ensayista, género que cultivó con atildado quehacer y, en el que contrario a otros grandes escritores, tenía la ventaja de una vasta formación académica, la historia y la crítica literaria, tienen una mención especial, con El Centinela de la frontera y Próceres escritores, entre otros; Muy joven, en La Información en donde escribió desde los 16 años hasta 1932, se pueden leer sus agudas críticas literarias, algunas visionarias como la dedicada a la obra de Manuel del Cabral o a los trabajos de Salome Ureña de Henríquez, en ensayo que publicada años más tarde.

Si bien la oratoria, la poesía, el ensayo – que le acompañan a lo largo de toda su vida - y la crítica, tienen espacio cimero, en la narrativa, menos cultivada, encontramos rasgos de singular valor en su obra más simpática, El Cristo de la libertad – sobre la vida de Duarte - y en la novela histórica Los Carpinteros.

Balaguer fue quizás, sin que haya dudas, el intelectual más completo del siglo pasado un exegeta dedicado a cultivar su cultura, particularmente en la lingüística y prueba de ello están, no solo su asiento en la Academia de la Historia, sino Métrica Prosódica del idioma castellano, un estudio esencial de nuestro idioma que solo pudo producir en experto de su talla.

En el momento de mayor esplendor de la Era de Trujillo, cuando en los esfuerzos económicos extremos para la realización de la Feria de la Paz y del Mundo Libre, el régimen cavó los cimientos de su derrumbe económico, en 1954 ingresó a la Academia de la Historia; su labor como escritor en esta área, debía sin embargo dividirse en dos etapas, la primera que se extiende hasta el 1962 con su salida al exilio y la segunda, de esa fecha hasta su muerte, cuando la palabra ya no está encadenada: cincuenta y ocho libros es su legado de escritor.

Sobrevivir en la tiranía, siendo parte de ella sin deuda de peculado o de sangre, sin lugar a dudas que tuvo un alto costo para el escritor, pues una parte de él – quizás la mejor - hubo de ser sepultada por el político: Balaguer fue el resumen del hombre y sus circunstancias y de cómo hacer brillar la luz en el fango.

Y, no sin riesgos, pues en la satrapía todos estaban obligados a complicidad por comisión o sufrían el foro público, sólo él, en 31 años atacado en esa arena mortal, levantó su voz por encima de la gritería enloquecedora del circo para escribirle a Trujillo: Jefe, todo lo debo a usted, excepto el honor y la vida y si para defender la primera debo entregar la segunda, estoy dispuesto.

Miguel Franjul, en su participación en el encuentro de escritores con Balaguer el escritor, declara, según recuerda de sus tiempos de reportero, Balaguer era accesible a la prensa, que podían interceptarlo al subir al carro o al dirigirse al salón del Consejo de Gobierno y, usualmente respondía… aunque durante un espacio de tiempo en los 10 años, también se declaró sordo, ciego y mudo, durante meses.

Lo que pocos recuerdan es que además de maestro, que fue gran parte de su vida en la Escuela Normal de Santiago y en la Universidad de Santo Domingo, también practicó el periodismo, en La Información, antes de la ascensión de Trujillo, con acento crítico a la clase política y empresarial; en El Listín, en los primeros años de la Era y, en El Caribe, durante el exilio a partir de 1962 como crítico del Triunvirato.

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