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COLABORACIÓN

Hernán Cortés y Tenochtitlan en el V Centenario

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ESTEBAN MIRA CABALLOSSanto Domingo

En estas líneas quisiera dar a conocer el ex­tracto de una carta inédita, fechada el 24 de junio de 1528, en la que se alude a la presencia del metelinense Hernán Cortés en la ciudad de Toledo. La misiva salto a los medios de comunicación hace pocos meses cuando, con motivo del V centena­rio de la caída de Tenochtit­lan, fue exhibida en una ex­posición organizada por el Archivo General del Reino de Navarra. Sin embargo, el contenido exacto de la misma no trascendió a los medios y su contenido era totalmente desconocido in­cluso por los historiadores que investigamos al perso­naje. Por eso me permití en­tonces solicitar una copia di­gital de la misma a la citada institución para analizarla.

Una vez más los reposito­rios españoles vuelven a sor­prendernos, aportando un nuevo manuscrito alusivo a este personaje que, para bien o para mal, cambió los des­tinos del mundo hace ahora cinco siglos. Y es que la do­cumentación que generó la España Imperial fue ingente lo que permite que, cinco si­glos después, sea aún posi­ble encontrar material inédi­to. Desde principios de 1528 Hernán Cortés estaba prepa­rando su regreso a España con la idea de deslumbrar al emperador para que así com­prendiera la verdadera im­portancia de sus conquistas. No escatimó gastos, y le ofre­ció pasaje gratuito y manu­tención a todo aquel que qui­siera acompañarle. Arribó al puerto onubense de Palos en torno al 20 de mayo de 1528, encaminándose hacia Tole­do, donde esperaba entrevis­tarse con el soberano.

El nuevo documento que pretendemos glosar y que aporta algunos datos de in­terés está fechado en Villa­rejo de Salvanés, cerca de Madrid, el 24 de junio de 1528 y se refiere a aconte­cimientos ocurridos días antes en Toledo. Sabemos que desde mediados de ju­nio Hernán Cortés y toda su comitiva estaban en la ciu­dad de Toledo y se mantuvo en la ciudad del Tajo hasta mediados de julio, entrevis­tándose con el soberano, gracias a la mediación de Galíndez de Carvajal.

Menciona que Hernán Cortés estaba en Toledo, «muy bueno y todo blanco como una paloma». Da la impresión que se refiere al propio Cortés y no a los na­turales que llevaba con él. Lo digo porque el cronis­ta Gonzalo Fernández de Oviedo destacó que llevaba consigo varios indios nobles de Tlaxcala y México, «más blancos que alemanes». Es probable que el metelinen­se se presentase vestido de seda blanca, junto a su co­lorida comitiva, en ese in­tento de ensalzar su propia imagen.

El documento alude a la fama que corría por todos los rincones de España de la gran cantidad de oro que traía, algo que tampoco nos sorprende porque sabemos que portaba miles de pesos de oro y de plata, además de diversas joyas de arte­sanía indígena, con los que pretendía impresionar al emperador.

Lo más novedoso del nuevo documento es la des­cripción detallada que ha­ce de cuatro naturales ena­nos que llevaba consigo. El autor de la misiva, Francis­co Duarte, parece que no los vio personalmente, sino que sus informantes «se lo pintaron» lo más fielmente posible y se lo enviaron. No deja de ser curiosa esta ap­titud de informar mediante representaciones gráficas exactamente igual que ha­cían en el valle de México, los tlacuiloque que sistemá­ticamente enviaban al tla­toani pinturas de los espa­ñoles, de sus caballos y de sus lombardas.

Ya teníamos algunas no­ticias de ellos a través de Gonzalo Fernández de Oviedo que afirmó que el metelinense trajo en su co­mitiva a varios nobles del valle de México, entre ellos un hijo de Moctezuma, a doce jugadores de Batey, a unos indios que bailaban sobre un palo «de mane­ra nunca en España oída ni vista», así como varios ena­nos.

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