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EN SALUD, ARTE Y SOCIEDAD

Educar y comunicar, integrados en el aprendizaje social

A la vez que avanzan las investi­gaciones y hallazgos sobre la “modulación vo­luntaria de la atención dinámica”. algunos au­tores enfocan el tema Aprendizaje como pro­ceso mediante el cual los sujetos aprehenden o in­corporan a sus saberes las interrelaciones que regulan las existencias, circunstancias y fenóme­nos de sus propias exis­tencias y entornos físico-natural y sociales.

Biológicamente, el sa­ber y la cultura modulan las conductas y psicológi­camente desencadenan respuestas para optimi­zar el logro de los objeti­vos, instintivos e innatos, de colonización y super­vivencia.

Esta aproximación re­vela la complejidad de los aprendizajes indivi­dual y social; el limita­do al especímen y el con­substancial a la especie.

Al respecto, Hyowon Gweon, del departamen­to de Psicología de la es­tadounidense Univer­sidad de Stanford, en un ensayo publicado en “Tendencias de las cien­cias cognitivas”, afir­ma que “el conocimien­to humano es abstracto, estructurado, como una teoría, y no puede ser directamente copiado o transferido”.

Esta intransferibilidad del saber advierte, des­tronando modos y técni­cas mediante los cuales se ha pretendido ense­ñar. Invita al cambio pa­radigmático educativo porque bajo su enfoque el educando interpre­ta los comportamientos, especialmente los de sus “serviciales profesores”, desencadenando con­ductas no pasivas.

El autor denomina “In­ferential social learning” o Aprendizaje social in­ferencial al abordaje pro­puesto.

Según sintentiza, en vez de estudiar el apren­dizaje social separado del proceso enseñan­za-aprendizaje, el ac­to escolar desvinculado del social, su teoría del aprendizaje inferencial social los aborda y expli­ca como caras de la mis­ma moneda: la interpre­tación y generación de evidencia en contextos sociales, instando a pen­sar el aula como espacio colectivizante.

Decir interpretación es invocar el razonamiento: análisis y selección, pues toda comprensión sub­sume los estímulo sen­so-cognitivos en la red de patrones pre-aprendidos y socialmente vigentes, confrontándolos.

De aquí el poder del otro término de la ecua­ción propuesta: eviden­cia. Enfocarla también invita al desarrollo de sistemas formativos ba­sados en la empiria, fue­ra de la cual quedan las intepretaciones “doctas”, doctrinales, anecdóticas y subjetivas.

Educandos y docentes adoptando funciones ob­servante y rentables.

Bajo tal teoría, la ense­ñanza pondría retos im­portantes al profesorado, metas a los educandos y reglas al proceso Ense­ñanza-aprendizaje.

Según este autor, “La inferencia social pinta una imagen integrada de cómo la cognición huma­na da lugar a una forma de aprendizaje y comu­nicación que es podero­sa, inteligente y distin­tivamente humana”. La otra palabra que resalta es “comunicación”. Está planteada como objetivo de la educación inferen­cial social. Esto es que la cognición humana ha de desembocar en habilida­des para conocer e inte­ractuar socialmente.

Tal propuesta supera los preceptos anteriores sobre el aprendizaje que a menudo lo describen “como un proceso pasi­vo de copiar y confiar en los demás”, desde Aristó­teles.

En su lugar, lo propo­ne como uno que “expli­ca nuestras habilidades como aprendices y do­centes” para interpretar y generar evidencia en contextos sociales” intra y extra aula; caracteriza­do como “inferencia pro­babilística guiada por una comprensión intuitiva de cómo las personas pien­san, planifican y actúan” porque incluso los niños “extraen valiosas inferen­cias de los comportamien­tos de los demás”.

La función social de lo aprendido incrementa al “comunicar informa­ción que ayuda a otros a aprender”.

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