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EL INFORME OPPENHEIMER

Covid-19 ha acelerado una “pandemia de soledad”

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Andres OppenheimerSanto Domingo

Después de leer varios es­tudios según los cuales el COVID-19 ha acelerado una “pandemia de soledad” que está haciendo aumentar enormemente los casos de depresión, ataques cardíacos y otras enferme­dades, decidí llamar a quien quizás sea la funcionaria me­jor situada del mundo pa­ra hablar de el tema: la Mi­nistra de la Soledad de Gran Bretaña.

Quería saber si el Reino Unido está ganando su bata­lla contra la soledad, y si es­tán haciendo algo que debe­ríamos emular en el resto del mundo. Y la respuesta a la última pregunta es que pro­bablemente sí.

La baronesa Diana Ba­rran, ministra de la soledad del Reino Unido, me dijo que su puesto fue creado en el 2018, después de que una comisión parlamentaria so­bre la soledad concluyera que 9 millones de británicos se sentían solos y que esto le estaba costando una fortuna al país en gastos de salud.

Asimismo, estudios esta­dounidenses citados por la Administración de Recursos y Servicios de Salud mues­tran que la soledad es tan le­tal como fumar 15 cigarrillos al día, y que la falta de rela­ciones personales están aso­ciadas con un aumento del 29 por ciento en las enferme­dades cardíacas.

Los problemas de la sole­dad se han agravado con las cuarentenas del COVID-19, que han obligado a la gen­te a aislarse en sus casas, sin ver a amigos y familiares.

En febrero, Japón creó su propio ministerio de la sole­dad. Y un estudio reciente de la Brookings Institution en Washington D.C. recomen­dó que al gobierno estado­unidense crear un grupo de trabajo inter-ministerial para combatir la soledad.

Barran me dijo que las soluciones más efectivas para combatir la soledad son las “hiper locales”: dar­le ayuda financiera, a ve­ces de tan solo unos pocos cientos de dólares, a las asociaciones vecinales ya existentes, como los coros, grupos de baile, pequeños proyectos de jardinería y equipos deportivos barria­les.

El Ministerio de la Sole­dad de Gran Bretaña anun­ció recientemente nuevas “micro-subvenciones” que oscilan entre $400 y $3.400 dólares, para 840 grupos “hi­per locales”. En muchos ca­sos, el dinero es para ayudar a estos grupos a construir un mejor sitio de Internet, com­prar uniformes o alquilar un lugar donde realizar sus re­uniones.

La mayoría de estas ac­tividades no están catalo­gadas públicamente como destinadas a combatir la so­ledad, porque eso ahuyen­taría a mucha gente, me dijo Barran.

“Si alguien me dijera: ‘Es­cuché que estás sola, y quiero que sepas que hay un club pa­ra personas solas que se reúne todos los martes a las 7 p.m.’, probablemente no me anota­ría”, me dijo Barran. “Pero si me dijeras: ‘Hay un club para gente que comenzó a cultivar vegetales durante la cuarente­na y quiere aprender más so­bre el cultivo de vegetales’, yo iría corriendo, porque es algo que me interesa”.

Lo primero que hizo el ministerio de la soledad de Gran Bretaña fue preguntar­le a la gente en las encues­tas nacionales si siente sola. Eso permitió al gobierno de­tectar focos de soledad que a menudo se encontraban en vecindarios con muchas per­sonas mayores o muy jóve­nes.

Cuando le pregunté qué recomendaría hacer a otros países, Barran me dijo que les recomendaría no crear grandes burocracias para combatir la soledad. Su ofi­cina tiene “menos de diez” empleados de tiempo com­pleto, me confesó.

Y también recomienda “evitar soluciones que van de arriba hacia abajo” como “que el gobierno diga que vamos a financiar este tipo de actividades o aquel otro”. Son las personas de sus co­munidades las que mejor sa­ben lo que necesitan, agrego.

Además, Barran recomien­da encontrar formas de com­batir la soledad a través de proyectos de voluntariado. Las personas que hacen traba­jo voluntario no solo que ayu­dan a otros, sino que se ayu­dan a si mismas a estar menos solas.

Ustedes me dirán que ca­si todas las cosas que están haciendo los británicos pa­ra combatir la soledad son obvias, y quizás incluso tri­viales. Pero lo cierto es que en la mayoría de nuestros países no estamos hacien­do nada para combatir la soledad sin burocracias y a nivel hiper-local que es donde están las verdaderas soluciones. ¡Es hora de em­pezar a hacerlo!

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