POLÍTICA Y CULTURA
En APEC, Andrés y yo, mañana
La Universidad APEC ha programado un evento de discusión sobre el tema “Historia y Literatura”, donde hemos sido invitados como exponentes, el Dr. Andrés L. Mateo y quien escribe, mañana a las 7 de la noche.
El tema es fascinante. Se trata de auscultar las relaciones entre una disciplina y otra dentro el marco de la expresión del pensamiento y el testimonio de los ciclos temporales. Si la literatura supone el cultivo creativo de las diversas formas expresivas de los géneros, la historia establece los marcos teóricos conceptuales de la memoria, así como el registro de los sucesos articulados, sobre la formulación del método de investigación de los procesos sociales políticos y económicos. La historia creativa de las narraciones del universo concatena imaginación y seguimiento normativo de la palabra y el gemido. La historia de las civilizaciones no es sólo presencia de contradicciones materiales e impulso al salto cualitativo de nuevas formas y modelos económicos y sociales producto de guerras de conquista y dominio, sino también leyendas y crónicas del mundo interno sicológico que marcó improntas de convivencias y destinos mágicos religiosos consustanciado al Poder. El Poder es conciencia de dominación y sometimiento vehiculado a la economía.
La literatura segmentó en su poder creativo vocaciones y leyendas, ritos y fundaciones de la vida festiva. Todo orden social se perpetuó eterno y floreció en conflictos y pesares, dicotomía y augurios, reparticiones hasta en la eternidad de bienes y servicios, cortesanas y príncipes sugeridos en ciclos etéreos y esotéricos. Lucha de egos y de clases, incorporada a las categorías históricas del pensamiento.
La historia husmeando la estructura económica y las relaciones primarias del mercantilismo, hasta el fuego incensario de las fábricas. Siempre la historia de los vencedores. Las guerras del siglo veinte marcaron territorio y dividieron el átomo. Todo es histórica visión de lo viviente. Comunismo y capitalismo torcieron las nuevas narraciones, abruptas las confrontaciones. El primer hombre que puso sus pies en la luna rompió mitos y escabrosas ataduras de lo incierto, pero sólo para ampliar la vista hacia lo infinito desierto, vacío, desolado. “El Cantar de los Cantares” es música alta y bella todavía en todos los altares del amor. La literatura lo describe todo y ejercita el músculo del instinto telúrico, desapoderándose de la lógica de la historia. Es como un distanciamiento simulado de la celda del rigor. Una ofrenda a la creatividad. Pero la historia aguarda las conexiones de los tiempos idos para alumbrar con la luz del conocimiento, causas sociales y efectos en una alternabilidad caótica de cambios y caídas, de complejidades y absurdos. La literatura alumbra el alma. Walt Whitman y Rubén Darío crearon de nuevo el universo humano sin repartirse el paraíso, postergado indefinidamente para la música sonora del alma. El Quijote de Cervantes y el Teatro de Shakespeare desnudaron el espectro humano en su tránsito hacia la nada. Borges se burla de la materia y del cielo columpiándose en un océano onírico. Historia y literatura tienen convidados simultáneos en las alas del asombro y la posteridad. Mañana miércoles el profesor Andrés L. Mateo y yo, en la Universidad Apec.