EL BULEVAR DE LA VIDA
Las bondades del Covid-19
Tan malo y devastador ha sido el Covid-19 para el país y el mundo, que algo bueno había de tener. Y es que, aún entre lágrimas, la pandemia nos ha enseñado a separar lo accesorio de lo fundamental. Recuerdo ahora que hace un par de años, cité aquí la anécdota de un padre que escribió en sus redes: “Ayer se me dañó el internet. Tuve que compartir con mi familia. Parecen buena gente”. Pero ocurrió que en un marzo sin flores nos visitó para quedarse el Covid-19, y entonces, lo que parecía una broma de escribidor sin tema, se convirtió en desoladora realidad, y más de uno descubrió lo buena gente que es su gente, y lo mucho que estaba perdiendo por estar ausente de su familia. Gracias a este vicho malo aprendimos a valorar una tertulia inteligente, el perder el tiempo entre amigos. Gracias a él ya sabemos el precio de los abrazos que no tienen precio, como también aprendimos que todo está interrelacionado, que el mundo es un pañuelo, porque mientras haya coronavirus en Biafra o Burundi, todo el planeta está en peligro. Como el pasado martes fue clausurado formalmente el año escolar, recordemos que fue gracias al coronavirus y sus malos juegos que para salvar el año escolar en peligro, el ministerio tuvo que inventarse una metodología de educación que incluyó desde cuadernillos hasta programas de radio, televisión, redes y dispositivos tecnológicos para maestros y estudiantes. La utilidad de la convergencia mediática y tecnológica para la educación se conocía hace tiempo, pero no se aplicaba para convertirla en la en base de un modelo educativo que golpee de frente a la ignorancia y su socia más excluyente y cruel, la brecha digital. Gracias al Covid, de la mano de padres y tutores, cada hogar dominicano se convirtió en una pequeña escuela. Y por amor a su familia, muchos padres se graduaron de maestros de emergencia. “Ante tan dantesco escenario, no podíamos echarnos a llorar. El país era una sola incertidumbre. La vida nos lanzó duro, y como dice el pueblo dominicano, “con duro” tuvimos que batear”, dijo el ministro Fulcar. Tuvieron que batear y batearon, y con esfuerzo, recursos y “un par” se salvó el año escolar