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OYE PAÍS

De líderes e ídolos

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Ruddy L. GonzálezSanto Domingo

La dictadura de Trujillo se de­sarrolló, entre otras irraciona­lidades y pretensiones en el narcisismo del tirano, mani­fiesto en la imposición del cul­to obligado a su figura. En los sesenta años de esta democracia a la dominicana, el li­derazgo nacional, político y social, se ha forjado alejado de esta especie de idolatría personal impuesta.

Y si bien el narcisismo ha persistido a lo lar­go del tiempo, no ha sido posible replicar ese culto obligado, porque ya el pueblo se rebela contra este tipo de pretensiones.

Estas reflexiones sueltas me llegan a la pun­ta de los dedos mientras tecleo este comentario que comparto con ustedes, a propósito del des­bordamiento de sentimientos, lágrimas y llan­tos incluidos, que suscitó el fallecimiento y fune­ral de tres días de Johnny Ventura.

Fueron expresiones que brotaron de lo más íntimo de quienes las emitieron, desde el presidente Luis Abinader hasta la viejita que se sacudía en la calle Monumental, que lleva al cementerio, gritando “y ahora, ¿qué vamos a hacer sin ti, Johnny?”.

Cinco manifestaciones masivas, voluntarias, llenas de sentimientos de dolor, he visto en es­tas décadas: los sepelios de Don Antonio Guz­mán, en julio de 1982; de Peña Gómez, en ma­yo de 1998; de Balaguer, en julio de 2002; el de Freddy Beras Goico, en noviembre de 2010, y el pasado fin de semana, el de Johnny Ventura.

Los líderes, los ídolos, no se compran ni se imponen, se ganan en el corazón de la gente, que en su momento los exalta.

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