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POLÍTICA Y CULTURA

El misterio de Guido Gil

La desaparición del periodista, abogado e his­toriador Gui­do Gil Díaz el 17 de enero de 1967 cons­ternó a la sociedad domi­nicana. Se trataba de un reconocido profesional or­ganizado en el gremio de juristas, quien se había constituido en el abogado del entonces poderoso Sin­dicato Unido de trabaja­dores del Central Romana. Los obreros de esa produc­tiva empresa azucarera ha­bían desarrollado en plena Era del tirano Trujillo, las primeras huelgas de traba­jadores desafiando las leyes vigentes que prohibían los paros sindicales. Desafian­do el orden pretoriano tru­jillista, los obreros crearon su gremio bajo la dirección de líderes sindicales de la categoría de Mauricio Báez, posteriormente asesinado por orden de Trujillo en Cu­ba. Increíblemente Trujillo cedió a sus reclamos obli­gando al Central azucare­ro a producir el aumento en los salarios exigidos. Ellos pusieron por primera vez en práctica en plena tiranía, “el paso de la jicotea”, que consistió en trabajar a des­tajo reduciendo la producti­vidad de la zafra azucarera como un medio de presión para las conquistas labora­les, que se reflejaría parcial­mente en la Ley 637 sobre Contratos de Trabajo cuan­do nace la Confederación Dominicana de Trabajado­res. Las conquistas fueron posteriormente ahogadas en sangre. Guido Gil aseso­raba legalmente a los tra­bajadores del Central Ro­mana, quienes emulando “el paso de la jicotea” redu­jeron la productividad del Central, como una vía de negociación por conquis­tas laborales. Guido fue apresado en La Romana el día 16 de enero de 1967 y puesto en libertad al otro día. Misteriosamente Gui­do desapareció luego, al ser reapresado por una patru­lla policial al intentar seguir hacia la capital, en San Pe­dro de Macorís, donde iba como pasajero de un ca­rro del transporte público. Aparentemente a Guido se lo había tragado la tierra.

La Policía negaba haberlo vuelto a detener, a pesar de que su detención se hizo en plena vía y delante de varias personas. El presidente Bala­guer inmediatamente formó una comisión investigadora para establecer el paradero del Guido. Hubo una reac­ción nacional de entidades profesionales y de sectores de opinión pública, deman­dado el esclarecimiento de su desaparición. Un día, el presidente Balaguer a reque­rimiento de la prensa, indicó que había recibido informa­ciones confidenciales de los organismos de inteligencia, de que existía la posibilidad de que Guido estuviese en Cuba. En el año de 1976, el Dr. José Francisco Peña Gó­mez, a quien habían invitado a dar una conferencia ante la Seccional del PRD en San Juan de Puerto Rico, me pi­dió que lo representara por­que iba a tener que viajar en esos días a Venezuela. Ofrecí la charla orientada hacia la línea política de participación electoral y a las posibilidades de destro­nar del poder al presidente Balaguer por la vía demo­crática de los votos.

Cuando concluyó el ac­to, unos compañeros me pi­dieron que fuera a ver a un alto dirigente de la Seccio­nal de Partido, quien estaba moribundo, calcinado por un cáncer que hubiera he­cho metástasis en su cuerpo, y quien no quería morirse sin hacer unas revelaciones so­bre el caso de Guido Gil. En la próxima entrega relataré lo que me dijo y revelaré los verdaderos motivos del ase­sinato de Guido.

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