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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Materialismo dialéctico contra el nacionalismo

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

En 1848, Marx y Engels cerraban su Manifiesto Comunista exhortando: “¡Proletarios del mundo, uníos! Para ambos el materialismo dialéctico e histórico era la clave para una interpretación científica de la historia. Marx y Engels concluyeron que la lucha de clases es la fuerza motriz de la historia. Mirando el pasado, mostraron la necesidad del paso del esclavismo al feudalismo y mirando hacia el futuro, pronosticaban que, a un estado avanzado del capitalismo seguiría el socialismo.

Para ello era necesario que los obreros se unieran en cada país, no solo para defender sus intereses, como ya había ocurrido en la Inglaterra a mediados del siglo XIX, sino para tomar el poder y establecer una dictadura del proletariado. Una unidad internacional de los obreros de Europa fortalecería su conciencia de clase. Con ese fin, se fundó en Londres en 1864 la Internacional. Desde el inicio, el fantasma del Estado hegeliano recorría la Internacional. Se enfrentaron, los que como Marx y Engels cifraban sus esperanzas en construir un Estado fuerte, centralizado y dominado por el partido comunista que llevaría a cabo los cambios necesarios, y los que como Bakunin opinaban que el camino hacia el cambio pasaba por la abolición del Estado.

Según Bakunin, las grandes decisiones se tomarían por consenso entre las federaciones obreras.

En 1872, marxistas y anarco – colectivistas rompieron la unidad de La Internacional. Dos años antes, en 1870, en la Guerra Franco Prusiana pelearon obreros franceses contra alemanes. Los sectores dirigentes de Prusia apoyaron la agenda de Otto von Bismarck y los franceses al inflado Napoleón III, que hasta cayó preso de las tropas alemanas. En París, una Comuna resistió al invasor prusiano entre el 18 de marzo al 28 de mayo de 1871. Por primera vez, obreros armados formaron un gobierno. Marx y luego Lenin estudiaron con lupa aquellos sucesos franceses. La paz que, humilló a Francia despojándola de Alsacia, Lorena y la ciudad de Metz, olía a pólvora.

El nacionalismo se presentaba como la fuerza motriz decisiva de la historia europea, obreros incluidos. La Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) pareciera probarlo; sin embargo, de sus entrañas nació la primera revolución socialista de la historia, justo en Rusia, donde Marx había dogmatizado ex cathedra que, sería el último país en vivir una revolución socialista.

El autor es Profesor Asociado de la PUCMM

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