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MIRANDO POR EL RETROVISOR

¡Vacunen contra la delincuencia!

Cada día son más frecuentes los vídeos compartidos en redes sociales de personas que son asaltadas en cualquier lugar público del país, sin importar la hora del día.

Los delincuentes también se sometieron a una pausa obligada por las severas restricciones al principio de la pandemia del Covid-19, en marzo pasado, pero en la misma medida que esas limitaciones han sido relajadas, han vuelto a las calles, sembrando el terror y el desasosiego entre los ciudadanos.

Ya ningún lugar es seguro ni sagrado, profanan una iglesia para llevarse hasta las hostias y sorprenden a las personas camino a sus trabajos, disfrutando en un colmado o sentadas en el frente de sus casas.

Los comerciantes son también sus objetivos más preciados, pese a que la mayoría de sus negocios enrejados parecen cárceles y poseen cámaras de seguridad que no amilanan a los antisociales, ahora con la ventaja de que estos ocultan sus identidades tras una mascarilla de uso común para prevenir contagios por el nuevo coronavirus.

En los videos que se comparten por diversos recursos de internet se puede observar un elemento predominante en la mayoría de los atracos: la motocicleta.

He visto casos en que hasta tres de estos vehículos, con dos personas a bordo en cada uno, se desplazan por las vías públicas buscando eventuales víctimas, como si se tratara de una cacería.

En una reciente denuncia de una señora que sufrió una lesión en la pierna al ser arrastrada por delincuentes en una moto que intentaron arrebatarle una cartera, salió a relucir que en ese mismo punto la semana anterior a otra dama también le provocaron una fractura en idénticas circunstancias.

La fiebre no está en la sábana, por lo que identificar a motoristas con chalecos dotados de un número específico, no pienso que sea suficiente para contrarrestar la epidemia de asaltos y robos con el apoyo de estos vehículos.

Hace tiempo sabemos que esos son los vehículos más usados para cometer atracos, conocemos el modus operandi y los lugares donde ocurren, pero aún así no existe una respuesta efectiva de las autoridades para prevenir una delincuencia cada día más osada y actuando a la libre.

A principios de la semana pasada, el Gobierno anunció el sometimiento al Congreso Nacional de un proyecto de ley para transformar el Departamento Nacional de Investigaciones (DNI) a fin de convertirlo en una Dirección Nacional de Inteligencia.

En la nueva DNI estarían agrupados todos los organismos de inteligencia del país, con el propósito central, según explicó el consultor jurídico del Poder Ejecutivo, Antoliano Peralta, de fortalecer la lucha contra la criminalidad y garantizar la seguridad del Estado.

Esa efectiva labor de inteligencia que siempre ha desarrollado el actual DNI, pero centrada mayormente en espiar a políticos y, tal y como planteó Peralta, con una historia de oscuros recuerdos de violación a derechos”, especialmente durante la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo, una práctica de la que no han podido abstraerse los gobiernos “democráticos” que le siguieron, bien pudiera ponerse al servicio de la ciudadanía que se siente desprotegida en las calles.

Si el DNI es capaz de determinar qué hace un político, con quién habla, los lugares que frecuenta, con quiénes se reúne, sus planes, vida familiar y hasta a qué hora orina y defeca, igual podría la inteligencia detectar cómo se mueve y opera la delincuencia.

A la población se le obliga a acatar una serie de restricciones por el Covid-19 que ya resultan odiosas y hasta se encaminan planes para desarmarla en aras de bajar los índices de criminalidad.

Pero en medio de esta pandemia, ladrones y asaltantes se mueven fuertemente armados, sin un efectivo plan anticrimen por el momento que los detenga y con la esperanza de que un reenfoque de los servicios de inteligencia no se quede en letra muerta.

En medio de este virus contagioso de la inseguridad que se ha expandido sin control por décadas, con sus rebrotes y cepas, hay que ponerle su toque de queda a la delincuencia.

Los boletines diarios de su comportamiento están a la vista de todos en las redes sociales.

La vacuna contra la delincuencia también debe ser una prioridad.

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