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MIRANDO POR EL RETROVISOR

La resonancia de la vida

La resonancia magnética es una técnica médica que permite tomar imágenes detalladas de diversas partes del cuerpo.

Se realiza en un tubo angosto que dificulta la movilidad, donde dependiendo de la rigurosidad del estudio y la cooperación del paciente, puede extenderse por 25 minutos y hasta una hora en medio de un ruido ensordecedor.

Es una forma no invasiva que permite al médico examinar órganos, tejidos y sistema esquelético a través de imágenes de alta resolución del interior del cuerpo, con el auxilio a veces de un medio de contraste.

Antes del estudio el paciente debe informar si tiene colocado en su cuerpo algún dispositivo metálico, así como si sufre claustrofobia (miedo a los espacios cerrados) o fonofobia (miedo a los ruidos estridentes).

Pese a las incomodidades que genera, se considera uno de los estudios más usados y completos para diagnosticar diversos males y enfermedades.

Con nuestra existencia debería pasar igual, someternos con frecuencia a una especie de resonancia de la vida para diagnosticar con certeza que nos impide alcanzar una felicidad plena.

Enfrentaríamos el inconveniente de penetrar al tubo angosto de nuestros temores y dudas, o escuchar el ruido ensordecedor de la conciencia que nos grita nuestras miserias emocionales que deterioran las relaciones con los demás.

Por nuestras venas sentiríamos el ardor del contraste que representa nuestra vida real y la que regularmente aparentamos a través de los diversos recursos de internet, especialmente las redes sociales.

Tendríamos el cuidado de identificar si algo dentro de nosotros se ha convertido en un imán que atrae pensamientos negativos y un espíritu de permanente pesimismo.

Visualizaríamos en 25 minutos o una hora, dependiendo de nuestra abierta cooperación a identificar nuestro interior o a la rigurosidad del estudio interno, si guardamos elevadas concentraciones de rencor, falta de perdón, egoísmo, envidia, orgullo, inseguridad, agresividad, desconfianza, intolerancia, ingratitud, irrespeto, mentira, pereza, indisciplina, irresponsabilidad, soberbia, deslealtad y cualquier otro defecto que conlleve falta de amor hacia nuestros semejantes.

Una resonancia de la vida podría diagnosticar si llegamos a un punto en que no vemos con claridad nuestro presente y futuro, agobiados por un pasado que nos marcó y aún norma nuestras decisiones. Podría detectar si los sufrimientos, adversidades, obstáculos y hasta enfermedades que enfrentamos nos han quitado las ganas de seguir.

El riguroso estudio podría revelar si la angustia, la ansiedad y la depresión que suelen acompañar los momentos más dolorosos de la vida, nos han colocado en ese estrecho túnel con escasa movilidad, donde sentimos que estamos solos y sin esperanzas.

Tal vez descubriríamos las secuelas que ha dejado dedicar tanto tiempo a producir y poco a la familia, por qué nuestra relación de pareja cae por una pendiente, por qué nos sentimos desmotivados en el trabajo, quizás la razón de no rendir como esperábamos en la universidad, los motivos de las constantes discusiones con los hijos, si eres creyente el deterioro de tu relación con Dios, en fin, la falta de alicientes en la vida.

Claro, también podrías descubrir esas áreas que presentan sanidad emocional, donde solo requieres mantener las medidas preventivas que contribuyan a seguir cultivando y desarrollando esos aspectos que te permiten mostrar a todos la cara positiva de tu vida.

Esa resonancia podría ser para usted un estudio incómodo y traumático, pero le permitiría esa autoevaluación tan necesaria para propiciar las actitudes que cambien su perspectiva de la vida.

Solo quedaría hacerle caso a los hallazgos del estudio e iniciar el tratamiento que te convertiría en un ser humano más empático con quienes te rodean, pero sobre todo contigo mismo

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