OYE PAÍS
La iglesia en manos de Lutero
El caso del gran fraude de la Lotería Nacional deja una gran enseñanza, que debe asumirse como lo que es, una experiencia que jamás debería repetirse.
Cuentan que los banqueros de apuestas se regodeaban de que había llegado su ‘gran oportunidad’, porque cobrarían su contribución, ‘sustancial’ decían, con la campaña del partido oficial. Cuando nombraron a Dicent como administrador de la Lotería, afianzaron sus planes de como desfalcar la entidad, doblar el pulso a sus rivales y robarse los fondos del gobierno.
Leyendo el expediente de la Procuraduría se establece claramente que ese grupo estaba ‘preparado’ para asaltar el poder ya que desde el mismo julio del 2020, luego de las elecciones, estaban estructurando el (los) gran (es) fraude (s), cuya primera versión que se concretó, o lo que se ha conocido públicamente, el 1ro de mayo pasado, alzándose con unos $500 millones de pesos, según el conteo de los fiscales que han investigado y formulado el expediente del caso.
Nombrar a Dicent para administrar la Lotería era la crónica de una muerte anunciada. Fue una insensatez, poner la iglesia en manos de Lutero. La experiencia nos estruja en la cara los peligros que se corren cuando hay que ‘cumplir’ con los apoyos de campaña, porque Dicent no es el único, y si la vox populi lo sabe y repite, cuánto no los que están en el poder.