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COLABORACIÓN

Las tumbas de cemento: la triste historia de un Conani

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José Lois MalkunSanto Domingo

La costumbre de iniciar obras durante un gobierno y dejarlas inconclusas cuando llega otro gobierno es un terrible drama que tiene al país sembrado de tumbas de cemento que desaparecen con el tiempo.

Uno de esos casos es el CONANI de Pimentel.

Todo comenzó en el 2002 cuando fallece la madre de mi esposa, Faride Achécar, mujer ejemplar que lo dio todo por su comunidad.

En ese entonces mi esposa era Directora del CONANI y decidió junto a su hermano, honrar a su madre donando la casa materna en Pimentel al estado dominicano, ubicada en la calle Tonino Achécar.

La decisión de esa donación estuvo sujeta a que se construyera un CONANI en esa propiedad. Se iniciaron los trámites y la donación se concreto meses después.

La construcción del CONANI comenzó a finales del 2003 y la institución responsable de su ejecución fue la OISOE.

La casa, una de las mejores de su época, se desmanteló y se levantaron las primeras columnas en medio de la alegría de muchas familias que añoraban un lugar para educar y alimentar a sus hijos.

Pero en plena construcción, las elecciones del 2004 cambiaron el rumbo de la historia.

Durante los 16 años de gobiernos del PLD no se puso una sola piedra en el CONANI de Pimentel y hoy las columnas de cemento están enterradas entre matorrales y basura.

Y no fue solo esa obra que quedó inconclusa. Hay centenares que sufrieron lo mismo. Igual se repitió con las obras dejadas por el gobierno de Leonel Fernández, que su sucesor, del mismo partido, dejó inconclusas.

Así tenemos obras a medio terminar que se remontan a 30 años atrás que hoy son tumbas de cemento.

Solo en OISOE se registran unas 800 obras en estas condiciones, algunas con 30 años paralizadas.

Y volviendo al CONANI de Pimentel, resulta que la obra tenía un costo de unos RD$9 millones en aquel entonces, donde se invirtieron 3 millones entre desmantelar la propiedad y levantar las columnas.

Con los RD$6 millones restantes hoy la obra no se terminaría. Por lo tanto, habría que hacer un nuevo presupuesto.

La pregunta es ¿Vale la pena terminar el CONANI de Pimentel después de 18 años de haberse iniciado? Pregúnteles a las familias que la siguen esperando en un pueblo olvidado. O a los hermanos que donaron esa valiosa propiedad.

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