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MIRANDO POR EL RETROVISOR

La osadía de Osaka

El pasado 31 de mayo la tenista Naomi Osaka sorprendió al mundo del deporte cuando anunció en París, Francia, su retiro del torneo Roland Garros, uno de los cuatro grandes que anhela ganar cualquier jugador de esa disciplina.

Lo hizo después de una victoria y pese a que era una de las favoritas para ganar la llamada “Copa de los mosqueteros”, no por una lesión física, como acostumbramos a ver regularmente en los deportistas, sino por depresión, un trastorno mental que se ha convertido en la principal causa de baja productividad, discapacidad y de suicidios en el mundo .

La atleta japonesa, de apenas 23 años, alegó que ha sufrido largos períodos de depresión desde que ganó su primer torneo grande, en 2018, condición que le ha impedido socializar adecuadamente con los medios de comunicación después de cada juego, una de las exigencias de los organizadores de esas competencias.

Luego de su victoria del pasado domingo 30 de mayo, Osaka fue multada con US$15,000 por negarse a hablar con los medios y, al día siguiente, la tenista anunció que se tomaría un tiempo fuera de las canchas para evitar ser un elemento de distracción para los demás jugadores y por su propio bienestar.

Las razones expuestas por la joven jugadora para su retiro momentáneo de la disciplina que le apasiona son dignas de tomar en cuenta por quienes piensan que atletas, artistas y otras figuras públicas son inmunes a la depresión y la ansiedad que experimenta cualquier persona común.

Ella aclaró que nunca trivializaría la salud mental ni usaría el término a la ligera, al confesar que le ha costado mucho esfuerzo lidiar con la depresión que le ha provocado una baja en su rendimiento, además de revelar que en los torneos suele hasta usar auriculares porque le ayudan a calmar su ansiedad social.

“No soy una oradora pública por naturaleza y siento grandes oleadas de ansiedad antes de hablar con los medios de comunicación del mundo”, expuso la atribulada estrella del tenis.

Los deportistas suelen hablar sin inhibición de los problemas físicos que arrastran, pero la realidad es diferente cuando se trata de su salud mental, tan expuesta igual que la física a riesgos por la ansiedad que genera la intensa competición, así como por estar constantemente bajo el foco de los medios y de los fanáticos que siguen con frenesí sus trayectorias.

He visto tenistas romper raquetas, golpear pelotas con fiereza que han ido a parar a la anatomía de un aficionado o de un juez, simplemente por una mala jugada, un pequeño indicador de que la salud mental no anda bien en algunos de esos jugadores, considerados figuras sin aparentes vulnerabilidades.

Wendy Borlabi, una psicóloga de Chicago que trabaja con deportistas de élite como Osaka, al evaluar su caso y posterior retiro del torneo, dijo que mientras más se hable de los trastornos mentales más se deja atrás el estigma hacia las personas que los padecen, sobre todo en el deporte. La experta reflexionó que la decisión de Osaka es una gran oportunidad.

Pienso que es así, a cualquier persona somos capaces de hablarle hasta de un insignificante trastorno físico, pero somos muy renuentes a exponer con franqueza algún trastorno mental que esté agobiando nuestra existencia, a pesar de las recomendaciones de profesionales de la conducta, de que hablar del tema ayuda.

De ahí el extraordinario valor que tiene la osadía de Osaka. Ha expuesto un tema tabú en el ámbito del deporte y puso de relieve que los trastornos mentales atacan hasta a las personas que idealizamos y creemos invencibles.

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