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EL BULEVAR DE LA VIDA

Desnudo y sin sombrilla: Prueba de fuego

Desde hace casi ocho años, la Ley de Estrategia Nacio­nal de Desarrollo ordena la firma de un Pacto Fiscal. Repasemos la historia:

Superada parcialmente la crisis fi­nanciera de 2003, desde el 2005 la economía dominicana no paró de cre­cer con estabilidad en los precios y en el tipo de cambio. En 2008, y luego en 2012 y también en 2016, en el país siempre hubo unas elecciones que ga­nar o una modificación constitucional en carpeta, que postergaban la firma del Pacto. Leonel y Danilo saben de eso.

El color de hormiga apareció cuando los especialistas de la cosa recordaron que no era posible un aumento de im­puestos a la población sin mejorar la cali­dad del gasto (que es lo que otorga auto­ridad moral y legitimidad a los gobiernos para hacerlo), como tampoco era posible otra reforma sin revisar cada una de las exenciones fiscales que el gobierno otor­ga a los sectores económicos del país.

Recuerdo que en 2016, la sola posi­bilidad de que esas exenciones fueran revisadas, provocó la reacción de los afectados quienes, reunidos en torno al CONEP, desafiaron al gobierno que se había “atrevido” a sugerir la revisión y, apoyados en su sonora sociedad civil, lograron crear un estado de opinión en el que el gobierno parecía estar a punto de caer... y el gobierno huyó.

Hace 18 meses, el Covid-19 golpeó la sanidad pública y la economía glo­bales... y entró el mar. Entonces, an­te la gravedad del momento, el actual gobierno no tiene más salida que pro­piciar la firma del bendito Pacto. Esta vez, no hay modificación constitucional que realizar, elecciones que ganar, y lo más importante: nuestra capacidad de endeudamiento ha tocado el fondo de manera tan peligrosa, que hoy el 30 por ciento del monto de los préstamos que recibe el gobierno debe dedicarlo a pa­gar los compromisos de la deuda.

La firma del Pacto Fiscal será la se­gunda gran prueba que tendrá que su­perar el gobierno (la primera ha sido enfrentar la pandemia), pues en esta ocasión no existe la posibilidad de, -co­mo ocurrió en las administraciones de Fernández y Medina- “hacer mutis por el foro”, cuando llegue la reacción de nuestras élites and friends.

En fin, que una vez más, el refrane­ro popular tiene razón: “aquel que tie­ne de tó, con un tesoro se topa/, pero aquel que está desnú to le viene, menos ropa”.

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