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El bulevar de la vida

Partidos marxistas

El poder político de la iglesia es inmenso, con sobrada capacidad para encontrar entre los suyos a otro Láutico García siglo XXI, y repetir -sin remordimiento ni penitencia- su lamentable comportamiento durante la campaña de 1962, cuyos frutos cosechó siete meses después de aquel febrero. Era septiembre. En pocas ocasiones se mintió tanto y tantas veces contra un hombre, Juan Bosch, que representaba entonces toda la dignidad y el decoro de una patria llena de incertidumbre, temores, esperanzas.

Es ese poder eclesiástico -que funciona como un partido, con su comité político episcopal y todo-, lo que explica que todos nuestros gobiernos, por temor a ser desalojados del poder con las mismas malas artes utilizadas contra Bosch, prometen y prometen pero, a la hora de cumplir, -si de afectar los intereses de ese partido eclesial de juegos tan pesados se trata-, entonces huyen, no cumplen, archivan, envían proyectos que un Congreso gomígrafo sospechosamente no aprueba, o hablan de una ley especial o de un Referéndum. ¡Claro que hablo de las tres causales!

Por todo lo anterior, nuestros partidos políticos no son de izquierda ni son de derechas, no son conservadores ni liberales, son marxistas. Sí. Marxistas, pero no por el viejo don Carlos, sino por el genio de Groucho Marx, autor de esta frase que parece haber sido escrita para los miembros de nuestra partidocracia: “Estos son mis principios, si no les gustan tengo otros”.

Ni el reformista reforma, ya moribundo; ni el PRD, en su lecho, revoluciona, el PLD no es liberal sino todo lo contrario y también viceversa, (ahora en la oposición ha recordado su compromiso con los derechos ciudadanos y específicamente los derechos de la mujer), mientras el PRM repite los errores de todos los anteriores en vez de aprender en cabeza ajena, mientras un militante, “allá por la zona K”, se lamenta: “¡Oh, PRD años ochenta, abandona ya ese cuerpo!

Nuestros partidos temen al poder de las iglesias, y prefieren faltar a sus principios fundacionales, antes que correr el riesgo de ser echados del gobierno por las campañas nada cristianas de esas organizaciones político/religiosas, en cuyos locales con cruces hay reunión todos los domingos para, desde allí, -desde donde uno esperaría que se entregara amor, humildad, tolerancia y respeto al otro-, tirar a matar sin contemplaciones a quien piensa diferente a ellos. ¡Torquemada vive!, menos mal que Voltaire también.

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