VIVENCIAS
Educación con firmeza, dulzura y serenidad
El dominio de sí mismo es una de las facultades de que mejor puede disponer un educador no obstante los problemas que la vida personal le haya deparado. El papa Francisco ha hablado de “custodiar” y “servir” al referirse al dominio que debemos tener sobre nuestro actuar.
Lo anterior guarda relación con una educadora ejemplar de San Juan de la Maguana que siempre he admirado por su conducta impoluta en el magisterio, ejercido, no con severidad, sino con firmeza, bondad y dulzura.
En estos días tan complicados que vivimos, donde, evocando a Flexner la “ideología actual de la educación pareciera desacreditar el esfuerzo”, surge una mujer virtuosa y ejemplar que trabajó con manos hacendosas (Proverbios 31, 13) consagrándose a la educación y practicando el arte de enseñar despertando la curiosidad de las almas jóvenes bajo su responsabilidad. Me refiero a Iris Maria Paniagua Herrera que con templanza, honestidad y honorabilidad nunca creyó necesario la domesticación en la educación, pero si supo enseñarnos a posibilitar que pudiéramos promover la curiosidad volviéndola cada vez más crítica. Gracias, profesora Iris por su amor y desprendimiento, paciencia y decisión, sin duda, como educadora no solo puso su corazón y sentido común en sus alumnos, sino el tomar conciencia de los objetivos de esta, y que hoy recojo sus frutos camino a cumplir cincuenta años ligado a la educación.