PENSANDO
Expectativa del cambio
No hay que halar un gatillo para asesinar a un ser humano, solo una conducta delincuencial, capaz de robar lo que le pertenece a otros, es un acto criminal por el cual hay que resarcir a las víctimas que pierden la oportunidad de educarse, recibir una mejor asistencia de salud y un techo digno para protegerse con lo que le corresponde del patrimonio de todos.
En nuestro país, la práctica ha sido inmisericorde por la asociación de malhechores solventados por la impunidad, unidos tras un fin político alejado del servicio a los carentes de oportunidades.
El momento es de valor más que de discursos demagógicos de promesas de reivindicaciones sociales. Los capitales producto de la corrupción cambian de casa, pero no de los propietarios de la justicia subvencionados por el bajo mundo y en contubernio con los órganos represivos al servicio del peaje que los alimenta.
El momento es de valor para preservar la soberanía económica en manos de los que han conspirado con sus bolsillos llenos, contra los derechos básicos del ciudadano común, preso del dolo amparado en la complicidad de la justicia, responsable de la expectativa del cambio.