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MIRANDO POR EL RETROVISOR

Una experticia mental al personal de salud

Que un psiquiatra, el profesional de la medicina encargado de tratar e intentar rehabilitar a las personas que padecen trastornos mentales, pierda los estribos y la calma en un simple debate sobre las tres causales del aborto, nos da una idea de cómo anda la salud mental en República Dominicana.

Si un especialista, con todos los conocimientos y habilidades para aconsejar y proporcionar las herramientas que permitan enfrentar los retos y las adversidades de la existencia humana, puede ser en un momento determinado víctima de sus emociones, qué no podría pasarles a los simples ciudadanos sin los recursos para enfrentar los estresores de la vida.

La pandemia del Covid-19, con más de un año incidiendo en el estilo de vida de los dominicanos, ha provocado un retroceso a la vista de todo en la economía nacional, especialmente por el impacto devastador en la industria turística, por décadas el principal potenciador en el país del crecimiento del producto interno bruto (PIB).

Los efectos causados por el virus en el ámbito económico recién comienzan a sentirse con mayor ímpetu debido a la carestía de la canasta familiar y de productos de consumo masivo, con la agravante del desempleo que limita el poder adquisitivo en amplios segmentos de la población.

De ahí que se registre también un auge de la delincuencia y la criminalidad, que sin dudas tuvieron un marcado descenso en la etapa más drástica del confinamiento por el intimidante virus.

Simplemente la delincuencia ha salido a reclamar su espacio en las calles, incluso con más fuerza, para recuperar el “tiempo perdido” por tantos días de inactividad debido al encierro.

Y ni hablar de los estragos causados por el nuevo coronavirus en el sistema sanitario dominicano, especialmente con un personal de salud más que saturado por el tiempo prolongado que lleva en la primera línea de combate contra la letal enfermedad.

Desde mucho antes de que la pandemia comenzara a atacar con toda su furia, llenando hospitales y clínicas de pacientes temerosos y angustiados, profesionales de la conducta advertían sobre los efectos negativos del Covid en la salud mental de la población en general, pero también del personal de salud.

No solo pronosticaron recaídas en pacientes ya diagnosticados con algún trastorno mental, sino también más personas debutando con depresión, ansiedad, trastornos del sueño y otros padecimientos mentales que ameritan ser tratados.

Es un grave error pensar que la condición de médico o enfermera te hace inmune a la pesada carga de estrés que provoca lidiar con el deterioro de la economía, una delincuencia cada día más atrevida, carestía de productos, conflictos familiares, deterioro de las condiciones de trabajo y el olor a muerte en cada jornada laboral.

Esas largas jornadas de trabajo de médicos y enfermeras, con escasas horas para el descanso entre dos y hasta tres empleos, podría estar pasando factura a ese personal tan necesario para evitar más luto y dolor a las familias dominicanas, sin que las autoridades lo hayan percibido.

El personal de salud requiere apoyo psicoemocional tras tantos meses sometido a sobrecarga laboral y elevados niveles de estrés.

Ojalá que la explosión del psiquiatra por el debate sea la clarinada que encienda las alarmas.

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