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Tiempo para el alma

“El que obtiene ganancias deshonestas per­turba su casa, el que detesta el soborno vivirá”. Sal. 15: 27.

No puede haber tranquilidad, paz, seguridad o felicidad du­radera cuando se obtiene algo (dinero, bienes, posición, car­go) sobre la base de chantaje, soborno, robo, “indelicadezas”, influencia, mentira. A la conciencia no la podemos ven­der o entregar; ella está ahí siempre, adheri­da a nuestro ser, aunque sea molesta. En ella reposamos con placer cuando actuamos de manera correcta y justa; pero nos persigue inmisericordemente cuando somos deshonestos o perversos. No hay ni habrá paz pa­ra el que mal obra; la justicia aunque tarde, un día llega, y la conciencia se sienta a espe­rarla.

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