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PANCARTA

¿Un gobierno dichoso?

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RAÚL PÉREZ PEÑA (BACHO)Santo Domingo

La principal pre­ocupación de todos los Go­biernos es obte­ner las vacunas necesarias para inmunizar a toda su población, lo más pronto posible, al precio que sea. No es tarea fácil. Un am­plio conjunto de aspectos di­plomáticos, financieros, lo­gísticos, de coordinación y comunicación inciden en la efectividad de los planes ma­sivos de vacunación, que son la única solución a la situa­ción de pandemia que aún vi­ve la humanidad.

Pero la preocupación no debe ser solo un asunto na­cional, es decir, de cada país de manera individual. Es ne­cesario llevar a todos los or­ganismos internacionales la consternación que genera el nacionalismo de vacunas, que amenaza con ensanchar las brechas ya existentes y profundizar aún más las di­ferencias entre el primer y el tercer mundo, una clasifica­ción que pensábamos que co­menzaba a caer en desuso, pero que hoy vuelve a resur­gir.

Uno de los desafíos más apremiantes que tiene por delante América Latina y El Caribe consiste en retomar los indicadores económicos y sociales al estatus anterior a la pandemia, pero esto no será posible si hay rezago en la aplicación de la vacu­na en algunos países, mien­tras que otros logren com­pletar las metas previstas para finales del 2021 o ini­cios del 2022.

La región debe postu­lar para que se garantice la igualdad en el acceso y la dis­tribución de la vacuna con­tra el COVID-19; enfrentan­do en conjunto las amenazas nacionalistas y populistas, así como las estrategias empre­sariales, que afectan la distri­bución de la necesaria vacu­na en todo el mundo.

Aunque la República Do­minicana avanza a buen rit­mo, gracias a la solidaridad del Gobierno de la Repúbli­ca de China, que ha respon­dido oportunamente al re­querimiento del Gobierno, lo cierto es que, a nivel regio­nal, los avances de la vacuna­ción presentan un ritmo in­suficiente y reflejan grandes desigualdades entre los paí­ses, lo que demuestra la ne­cesidad de integrarnos regio­nalmente para tener una voz más fuerte en el debate inter­nacional.

La adquisición, distribu­ción y aplicación de vacu­nas es un obstáculo al retor­no al desarrollo económico y el bienestar social; si todos los países no avanzan a rit­mos parecidos, es probable que muchos socios comercia­les queden rezagados y, por ende, no puedan generar un intercambio comercial favo­rable para la República Do­minicana.

Los acuerdos para la pro­ducción de vacunas propias de América Latina y El Cari­be son esperanzadores, pero no suficientes para cubrir el déficit actual en tiempo opor­tuno.

La OMS ha realizado un llamado a lo que denomina la “Equidad Vacunal”, como un mecanismo para que las vacunas, los tratamientos y las pruebas diagnósticas se distribuyan equitativamen­te a nivel mundial. La De­claración tiene como obje­tivo a los líderes mundiales, los fabricantes de vacunas, los organismos reguladores e instituciones de salud, así como los Gobiernos en ge­neral, con el propósito de asegurar el acceso oportu­no a la vacuna. El Gobierno dominicano debe sumar­se a este llamado, porque una vez resuelto este tema, el país tendrá que dedicarse a enfrentar los demás retos de nuestro tiempo: la inse­guridad alimentaria, la des­igualdad social, el cambio climático y la inevitable cri­sis económica.

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