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No cogemos esa

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RAMÓN PÉREZ FERMÍNSanto Domingo

Para muchos domi­nicanos, el reclamo social compacto del pasado recien­te, no solo consti­tuyó la herramienta más eficaz para que las autoridades de en­tonces ponderaran las voces dis­crepantes, sino también para que se respetara el sentir social. Además de ello, sirvió de instru­mento desencadenante para las discusiones de los temas de ma­yor trascendencia del Estado. Afortunadamente hoy tenemos un gobierno, el que encabeza el presidente Luis Abinader, empá­tico y llano, que por convicción toma distancia de la manía de saber todo, sobre todo y más.

Los tiempos en que los toma­dores de decisiones pontifica­ban por encima de la discusión y el debate forman parte de un non grato recuerdo y nada más. Nuestra gente supo sacudirse de la arrogancia y de la ambición desmedida de algunos.

Precisamente por ese re­cuerdo es que todos los domi­nicanos debemos estar atentos al oportunismo de un puñado de “vivos”, que disfrazados en tan noble iniciativa de cues­tionar y exigir la rendición de cuentas, que surgió de forma espontánea del seno de la so­ciedad, pretenden hoy, des­virtuar la dinámica del check and balance, que se destapó en nuestro país hace ya unos años y que no solo debe seguir forta­leciendo, ¡NO! Debe también protegerse de los que con más que razón muchos llaman ma­nipuladores consuetudinarios o tergiversadores reconocidos.

Que nadie se llame a enga­ño, toda mi vida he sido contes­tatario, cuestionador y frontal. Así veo el debate, así veo el recla­mo y así veo el disentir. Por ello, por mi convicción no aspiro a que quienes exijan respuestas, lo hagan con menor vehemencia, más bien apelo a la protección y a cuidar la más noble iniciativa democrática tal vez en décadas, de los zarpazos del despropósi­to, cuyo objetivo ulterior pasa por usar mal intencionadamen­te la legitimidad social, de los que sí tienen respaldo social.

Quien fue indiferente al gas­to improductivo desmedido, no tiene espacio en la acera del re­clamo sano. Quienes no hicieron nada por combatir el tráfico de combustibles, no tienen calidad moral para apuntar con su dedo gente seria, claro al menos hasta explicar sus acciones.

Quienes activamente fomen­taron la hipertrofia estatal, con el único objetivo de soldar simpa­tías al presupuesto nacional en detrimento de millones de do­minicanos que se levantan a la­borar arduamente cada maña­na, deben por vergüenza tomar distancia de la voz colectiva que reclama.

Lo propio debe pasar con los que matizaban el desplo­me de la formación académica de nuestros muchachos del ba­chillerato o con los indiferentes frente a la agresión medioam­biental ininterrumpida a la que sometieron nuestra media isla en el pasado reciente.

Quienes cargan sobre sus hombros la vergonzosa tacha de las sobrevaluaciones y las contrataciones millonarias al vapor en campaña y en pan­demia, con el único objetivo de distorsionar el imaginario co­lectivo, no pueden pretender que el país metabolice sus crí­ticas con la misma seriedad y sinceridad que la que proviene del pueblo, cuyo único fin es la búsqueda de mejoras para RD.

Los que difamaban y menu­deaban a quienes no estaban ali­neados, a los que se levantaron por indignación para poner en evidencia irregularidades y ac­ciones poco defendibles, no cuen­tan con el mínimo necesario de respeto social, para cuestionar a una gestión de recién inicio, que se abre camino eficientemente al margen de la crisis, de la mano de la recuperación de empleos, del relanzamiento de las zonas fran­cas, con satisfactorio manejo de la crisis sanitaria consecuencia de la pandemia, rescatando el sue­ño de los emprendedores y de las mipymes, en fin con un modelo responsable y eficiente, que defi­nitivamente es por y para la gente.

Nueva vez subestiman a nuestra gente, en esta ocasión pregonando estándares ausen­tes en su paso por el manejo de la cosa pública. Por fortuna la po­blación ya les conoce la mueca y le dicen en todos lados, no coge­mos esa.

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