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?PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

El extraordinario Lincoln, siempre aprendía

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Todavía recuer­do la primera vez que admiré en Washington, D.C., el monu­mento a Lincoln, en sep­tiembre de 1981.

Sin duda fue un presiden­te extraordinario. Mostró su calidad organizando su gabi­nete presidencial reuniendo a sus mayores enemigos polí­ticos dentro de su partido y a un abogado rival que le había despreciado por su ropa y su ejercicio profesional.

Yo recordaba a Lincoln co­mo el liberador de los escla­vos. El monumento resalta mucho su trabajo por la uni­dad de los Estados Unidos.

La historia se vuelve apa­sionante cuando relaciona temas aparentemente inco­nexos.

Hasta bien entrada la gue­rra civil, la prioridad del pre­sidente Lincoln no era poner fin a la esclavitud en los Esta­dos de la Unión, tal y como ya lo habían hecho Inglaterra (1833) y Francia (1848).

Durante los diez años ante­riores a la guerra civil (1861 – 1865), en vano Lincoln les aseguró a los amenazantes Estados del Sur, que él no in­terferiría con la esclavitud en aquellos estados donde ya existía amparada por la ley. En vano, recalcó que el go­bierno federal carecía de esa autoridad respecto de los es­tados, aunque legítimamente pudiera impedir la esclavitud en los territorios.

Con la guerra andando, to­davía Lincoln afirmó: si pue­do salvar la Unión de los Esta­dos Unidos sin liberar ningún esclavo, así lo haré; si la salva­ción reside en liberarlos a to­dos, los liberaré. Si la unión se conseguirá liberando algunos y manteniendo a otros en es­clavitud, ese será mi camino.

Lincoln creía que la esclavi­tud era un mal, pero compar­tía estas convicciones del ele­gante racismo del norte: los esclavos nunca serían felices en los Estados Unidos; nece­sitaban emigrar a colonizar algún territorio en América Central, Haití o regresando a África. ¡Todavía hoy luchan por ser considerados seres hu­manos!

Como medida de guerra, Lincoln, liberó a todos los es­clavos de los Estados en rebe­lión en enero de 1863. Luego de la muerte heroica de mu­chos afroamericanos, solda­dos de la Unión, liberó a todos los esclavos para siempre, el 1 febrero, 1865. Y finalmente, animó a los estados a recono­cerles a los esclavos liberados su plena ciudadanía aceptan­do su derecho a votar.

Los líderes irresponsables no paran de hablar, ¡ya saben todo! Los sabios aprenden siempre (Doris Kearns Go­odwin, 2005, Team of Rivals, The Political Genius of Abra­ham Lincoln).

El autor es Profesor Asociado dela PUCMM mmaza@pucmm.edu.do

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