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CONTANDO LOS HECHOS

Donald Trump ¿Inocente?

El único artículo de la acusación de la Cámara de Representantes del Congreso de USA a Donald Trump dice: “Incitación a la insurrección” pidiendo a sus seguidores marchar hacia el edificio del Capitolio.

Varios meses antes de las elecciones Trump había dicho y repetido enfáticamente que la única manera de él perder las elecciones era si éstas resultaban fraudulentas. Es decir, él había ido sembrando en la mente de sus seguidores que de la única manera que ellos podían perder junto a él era a través de un fraude. La primera reacción de gran importancia en relación a esto la produjo el ex Asesor de Seguridad de Trump, General retirado Michael Flynn, cuando en declaración pública sugirió a Trump que él tenía la opción de lanzar la Guardia Nacional a las calles e imponer la ley marcial. Cuando se analiza el discurso de Trump exhortando a sus seguidores el 6 de enero para que marcharan hacia el Capitolio y se escuchan diferentes testimonios de los asaltantes admitiendo que estaban en la actividad motivados por Trump, no parece quedar duda de que la acusación tenía mucho fundamento.

El primer grupo de abogados designados por Trump para defenderlo en el juicio renunció a la tarea por no estar de acuerdo con los argumentos del fraude electoral. El segundo grupo basó su defensa en que era inconstitucional juzgar a su cliente cuando ya no era jefe del Estado. Esa premisa se cayó cuando el Senado hizo una votación declarando como constitucional ese proceso.

Se cuestiona la posición del líder de los republicanos en el Senado Mitch McConnell, porque al liderar su bancada votó “no culpable” exonerándolo, mientras que de manera informal lo declaró responsable y culpable de todo de lo que se le acusaba, añadiendo que por esas razones podía ser llevado a los tribunales de la justicia ordinaria, ya que juzgarlo por el Congreso, según él, resultaba inconstitucional.

En el ínterin, el presidente Biden se ha echado a un lado, en su intento de reconciliación con el Partido Republicano, en búsqueda de una más armoniosa gobernanza.

Resulta obvia la gran división de la sociedad norteamericana de hoy. Está en el regazo del Partido Republicano si seguir con Trump como su estandarte, aprovechando su gran carisma o dejarlo de lado si las debilidades de los problemas judiciales, por delante, lo convierten en una carga muy pesada.

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