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FE Y ACONTECER

“Conviértanse y crean en el Evangelio”

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Cardenal Nicolás de Jesús López RodríguezSanto Domingo

Primer Domingo de Cuaresma – Ciclo B 21 de febrero de 2021

La Cuaresma es el periodo de 40 días que va, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo. En la Biblia encontramos varias cuarentenas de días y de años y Jesús mismo vivió su cuaresma en el desierto de Judea antes de comenzar su vida pública. Del mismo modo, nosotros entramos en un período de penitencia y purificación en que, como Iglesia, nos preparamos con oración, ayuno y limosna para vivir la Pascua. Iniciamos la ruta del adiestramiento cuaresmal: un ejercicio práctico de vida cristiana, de oración y escucha de la Palabra, de conversión al Señor y de amor a los hermanos.

a) Del libro del Génesis 9, 8-15. En este pasaje aparece la figura de Noé, y se percibe que existe una tensión entre el plan armonioso de Dios y el rechazo libre a este, por parte de los hombres. Dice el Génesis, que Dios, al ver el pecado “se arrepiente” de haber creado al hombre (6,6). Ese arrepentimiento de Dios culmina con el diluvio y la destrucción de todo lo creado. Pero en este capítulo 9, se repite la bendición de Dios ya expresada en el principio: “Dios bendijo la obra creada” y de un modo especial a todos los seres vivientes y confía a Noé y su familia el cuidado de la creación. Los versos 8-17 nos presentan la Alianza de Dios con Noé. Es la primera de las tres alianzas, la segunda será con Abraham y la tercera con el pueblo de Israel en el Sinaí.

b) De la primera carta del Apóstol San Pedro 3, 18-22. “Cristo murió por los pecados una vez para siempre, el inocente por los culpables, para conducirlos a Dios: sufrió muerte en el cuerpo, resucitó por el Espíritu y así fue a proclamar también a las almas encarceladas”. En el Credo que recitamos los domingos en la Eucaristía, decimos: “Descendió a los infiernos”. Este descenso salvador fue muy importante para los primeros cristianos. Con esta imagen enigmática del Señor descendiendo a las regiones inferiores y proclamando la salvación a todos los hombres de todas las épocas, quiere significarse la salvación universal por parte de Jesucristo a toda la humanidad.

c) Del Evangelio de San Marcos 1, 12-15. El Evangelista San Marcos se limita a constatar esquemáticamente: Empujado por el Espíritu “se quedó Jesús cuarenta días en el desierto, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles le servían” (Mc. 1, 13), el maligno busca apartar o desviar a Jesús de la misión que el Padre le encomendó, por eso lo tienta. El desierto es lugar y tiempo de tomar decisiones, optando por el bien o por el mal. Jesús confirma su opción por el proyecto de Dios en claro contraste con la opción que tomó Adán en el Antiguo Testamento.

A propósito del texto del Evangelio de este domingo, debemos decir que todos necesitamos la conversión, como también retirarnos al desierto, hacer silencio y orar. Es una exigencia de nuestra condición humana, hombres y mujeres, que constatamos a diario nuestra debilidad. Las tentaciones de hoy son las que experimentó Jesús en el desierto: El materialismo en que prima la economía y el dinero. La magia religiosa que manipula la religión para provecho propio. La idolatría que adora el poder político y el dominio.

Las tres tentaciones se pueden resumir en una. Al hombre de hoy, sometido al secularismo de la vida, al nuevo ateísmo, a la nueva religión de la técnica y del progreso, le tienta el prescindir totalmente de Dios, eliminarlo de su vida. Si el hombre pierde el sentido de Dios carece de un valor absoluto de referencia y perderá también, por lo mismo, el sentido de la dignidad y condición del hombre.

Fuente: Luis Alonso Schökel: La Biblia de Nuestro Pueblo. R. Cantalamessa: “Echad las Redes”. B. Caballero. En las fuentes de la Palabra.

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