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EN SALUD, ARTE Y SOCIEDAD

Abinader y las vacunas: a construir el consentimiento

Listín Diario editorializó ayer sobre lo perentorio de divulgar la eficacia e importancia de las vacunas anti SARS-CoV-2, causante de la Covid-19.

Ostensibles son la voluntad y capacidad de respuestas oficiales contra la infección: sólo las limita la tardanza en el arribo de las dosis ordenadas.

Montado sobre la determinación de hacerlo bien y a favor del desarrollo nacional inclusivo de la gente y sus sueños, la administración actual transita sobre la infernal poli crisis pandémica y, políticamente, sobre el jardín florecido del consentimiento, inferido de los editoriales publicados ayer.

Marcha entre apoyos y retos.

Incluyendo la urgencia de considerar hacer lo imposible para inmunizar al personal de salud en el menor tiempo posible.

Lo mismo que a toda la población.

Si los fabricantes y ensayos clínicos informan que las vacunas protegerán por diez meses, un lapso reducido para la vacunación nacional permitirá lograr la protección eficiente: esa que justifica la inversión y los esfuerzos, que optimiza costos y beneficios.

Sugerimos, pues, al Ministro de Salud Pública y al Gabinete nacional de Salud ponderar si procede habilitar la vacunación para los médicos en todos los hospitales a la vez e inmediatamente.

Así, en una semana o algo más, los servidores y custodios de la salud de la gente quedarían inmunizados, disponibles para servir protegidos.

También urge focalizar, comunitariamente, la disponibilidad de médicos, enfermeras y personal de apoyo, registrándolos en una base de datos, de modo que puedan ser activados coordinada y sectorialmente.

Organizados desde centros regionales, esos equipos serían responsables de aplicar las vacunas: en iglesias (sin importar denominación), colegios y/o centros de votación. Se activarían las guagu¨itas anunciadoras.

Si vacunar a todos consume diez meses, como prevé el Gobierno, quienes ahora reciben la vacuna estarían quedando desprotegidos al finalizar la jornada: susceptibles de re-infectarse, deviniendo en vectores, contagiantes.

¡Ingresaremos a la pandemia permanente!

Algo a evitar a cualquier costo. Lograrlo requiere pequeñas dosis de voluntad. Y de esa previsibilidad que los griegos empaquetaron, adjudicándola a Prometeo.

La logística y organización del proceso (¡Ah Ulises!) podría asumirse como oportunidad para fortalecer la gobernabilidad y la gobernanza sectorial-nacional. Dianas estratégicamente avizoradas ante la deconstrucción de los roles institucionales sufridos después de un año pandémico, que sólo dará tregua al vencer al SARS-Cov-2.

¡A vacunarnos, ya! es la consigna. Porque la defensa inmunitaria ante el SARSCov-2 no garantiza la protección y no existe, aún, medicamento contra la Covid-19 100% efectivo.

El 12 de febrero, 2021, Cecile King y colaboradores encontraron que “La inhibición de la producción de IFN-I (Interferón I) es pronunciada en la infección por SARS-CoV-2, lo que puede alterar la respuesta inmunitaria adaptativa y exacerbar la enfermedad inflamatoria en las últimas etapas de la infección”.

Días antes, Cristina Dobrindt y colaboradores encontraron correspondencia entre variación genética común y susceptibilidad “in vitro” al SARS-Cov-2 (febrero 10, 2021), probándose la capacidad de ORF9b (proteína del virus) para antagonizar “la producción de Interferón Beta y citocinas pro inflamatorias” (Jing Wu (Febrero 03, 2021).

Y muchísimo más, hasta daños neurológicos por Covid-19 como cefalea, mareo, mialgias y anosmia (Carod Artal FJ).

La consigna es: ¡A vacunarnos, ya!

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