EL BULEVAR DE LA VIDA
Gobernar es decidir
En este momento, el gobierno dominicano es la suma de todos desafíos y las mil decisiones pendientes, desde el camino de inicio de las clases semipresenciales en las escuelas públicas, hasta explicar en detalles a quiénes y a partir de cuáles prioridades y criterios les serán aplicadas las primeras 542,400 dosis de vacuna contra el Covid-19 que vienen en camino.
Porque gobernar es decidir, un gobierno no debe temer ser coyunturalmente impopular si de salvar al país se trata.
Por ejemplo, el gobierno debe hacer saber a todos los servidores públicos que hoy no es prudente ni posible hablar de aumento salarial en el sector, por justo y merecido que este pueda ser.
El momento que vive el país -y el futuro que le acecha- obligan a concentrar esfuerzos en recuperar empleos perdidos, incentivar a los sectores Mipymes y de la construcción por su capacidad para generar empleos formales, y al agropecuario para mantener la seguridad alimentaria, y seguir siendo solidarios con los más necesitados.
Por todo lo anterior, es un reprochable acto de oportunismo y chantaje, socialmente irresponsable, que servidores de la universidad del Estado hayan inaugurado las “huelgas virtuales” en el país, justo ahora que todos nuestros caminos no conducen a Roma sino a Burundi, y al Biafra de todas las posibles confrontaciones sociales, ¡la madre de todas las crisis en crisis!
Nuestra capacidad de endeudamiento no es ilimitada, los tenedores de bonos acechan, y la solidaridad de las remesas depende de la marcha de otras economías también en crisis.
Suben los precios de los commodities en los mercados internacionales, el turismo no arranca, dicen los especialistas que están dadas todas las condiciones para un aumento de la inflación en los próximos meses y, si algo faltaba, es inevitable un Pacto Eléctrico para pasar a un urgente Pacto Fiscal que será una prueba de fuego para el gobierno ante el poder económico y sus duros juegos.
Un rico sin su patria, ay, es un mendigo con plata.
Entonces, es el momento de todos pensar en el país, sin olvidar que a esta pandemia, unos llegaron nadando, otros en su yate personal, en un helicóptero de la empresa o en una yola prestada, pero todos estamos en el mismo barco, y de todos depende que no se convierta en El Titanic.