OYE PAÍS
Peligrosas protestas
La protesta es un derecho fundamental del hombre. Pero la violencia, el desorden, amparado en el ‘derecho a la protesta’ es altamente peligroso y desnaturaliza ese recurso que la democracia pone en manos de los pueblos.
La presión bajo la amenaza de la anarquía y el desenfreno callejero es lo que el diputado Pedro Botello y un grupito que le acompaña en su aventura venden en una ‘lucha’ populista sin sustento legal, económico, ni real, aprovechando la desesperanza y hasta desesperación de mucha gente atrapados en los estragos de la pandemia. Botello es un diputado. El mejor escenario para hacer valer los ‘derechos’ que dice representar, está ahí, precisamente, en los hemiciclos legislativos. Es la vía institucional. No la amenaza populista e ilegal. Si sus ‘diligencias’ legislativas no tienen éxito, porque la generalidad de sus compañeros de bancada no las comparte, debe someterse al dictado de la democracia: la decisión de las mayorías. No a la intimidación, la anarquía, la turbamulta.
Las últimas acciones de violencia organizadas, incitadas, provocadas por el diputado Botello frente al local del edificio del Congreso Nacional -llevadas al país en directo en televisión nacional- han recibido el repudio generalizado de legisladores de casi el pleno completo de la Cámara de Diputados y del Senado y de gran parte de la sociedad. Ya está bueno de tolerar las inconductas de este diputado, que más que inmunidad como legislador, se cree goza de impunidad para sus tropelías. No esperemos un muerto o más heridos para parar esos desórdenes. ¿Hasta cuándo, señores diputados, se esperará para meter en cintura a este, su ‘muchacho malcriado’?