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EL BULEVAR DE LA VIDA

Incitación a la locura

Hace ya casi un año, el Covid-19 colocó nuestro mundo “patas arriba”, y cuarentena y toques de queda se han encargado de convertirnos en presos de confianza de las autoridades y hasta de nosotros mismos, en fin, que estamos “Atrapados sin salida”.

Como me recordó el pasado sábado en McKINNEY el Dr. César Castellanos, quizás ha faltado fomentar más la solidaridad y la colaboración entre ciudadanos, mezclando la educación con la información, y en ultima instancia con la autoridad de la ley y sus rigores. Pero el asunto es que, once meses después, andamos los dominicanos hastiados, consternados, indignados y temerosos. Es en este ambiente con sesgos de locura, en medio de una evidente crisis de salud mental colectiva, en el que Juan Hubieres, político, sindicalista y rico empresario, acaba de amenazar al gobierno y sus fuerzas militares y policiales con recibirles con fusiles en las calles si osa intentar organizar el tránsito para beneficio de casi catorce millones de seres que habitan o visitan la isla, como se “atrevió” a hacerlo en lo que es hoy el corredor de la avenida Núñez de Cáceres.

Las malas acciones cuando no se controlan se imitan, se repiten e incitan a la locura. Quizás ha sido la impune amenaza de señor Hubieres la que ha inspirado a unas hordas lideradas, –no por un narco, jodedor o sicario–, sino por un honorable diputado, Pedro Botello, a intentar asaltar a pedradas una vez más el Congreso Nacional.

Así andamos: un empresario del sindicalismo amenaza con fusiles al Estado, y otro señor que es diputado asalta a pedradas al Congreso de la República y no pasa nada, mientras la ciudadanía continúa hastiada de auto encierro, temores, cuarentenas, y de unos toques de queda que les hacen cumplir unas autoridades que hasta el minuto en que esto se escribe no han reaccionado a los atentados citados que, dado el instante que vive el país, no pueden ser otra cosa que una irresponsable incitación a la locura. La impunidad no solo tiene que ver con corrupción, sino también con impedir que se incite al irrespeto ciudadano, la desobediencia civil. Para casos como este, nada como escuchar la sabiduría popular del pueblo dominicano cuando aconseja: “mantenerse en su lugar, respetado y respetando, que a quien le “dan” la primera, “toer” mundo le sigue dando”.

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