Cómo mantener el corazón sano en época de pandemia
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“Cuando comemos alimentos ricos en fibras, nos sentimos satisfechos y comemos menos alimentos altos en calorías, grasas y colesterol”.
En cuanto al alcohol está demostrado que su ingesta en cantidad moderada, brinda protección contra las enfermedades cardiovasculares y los ataques cardíacos. Sin embargo, el excederse en su consumo puede ocasionar problemas relacionados con el corazón, tales como: presión arterial alta, accidentes cerebro vasculares, latidos irregulares y cardiomiopatía alcohólica. Una bebida típica contiene entre 100 y 200 calorías. Las calorías del alcohol aumentan la grasa corporal, principalmente la visceral o abdominal, con el consiguiente incremento del riesgo cardiovascular.
El estrés es otro factor que afecta el corazón. Las personas que padecen una enfermedad cardiovascular con frecuencia, acusan dolor torácico durante situaciones de estrés emocional. Por otro lado, es más frecuente sufrir un ataque cardíaco en momentos de estrés, porque el corazón se acelera y aumenta la presión arterial. También el estrés daña las arterias debido a una mayor producción de hormonas y aumento del flujo sanguíneo durante la respuesta al estrés.
De algo sí estamos todos más que seguros, apoyándonos en múltiples ensayos clínicos y basándonos en evidencias, podemos recomendar o concluir que: “Debemos abandonar de una vez y por siempre el hábito tabáquico, tanto activo como pasivo”.
Finalmente queremos señalar que la mayoría de los seres humanos nos consideramos sanos, si no presentamos síntomas o signos de enfermedad, no obstante debemos tener presente que en ocasiones el primer aviso de enfermedad puede ser un trágico y fatal ataque cardíaco. Cuando los síntomas aparecen ya el daño orgánico se ha producido; por eso es fundamental conocer cuáles son los factores de riesgo y cuáles de estos poseemos para iniciar de inmediato los correctivos apropiados.
Recuerde que con solo controlar uno o más factores de riesgo, es posible añadir meses y posiblemente años a nuestra vida.
El autor es asesor dela Asociación Instituto Dominicano deCardiología.