VIVENCIAS
Dirigentes apocados
A veinte años de distancia de aquellos acontecimientos que no variaron en nada la vida de fe que fue precedida por una conversión autentica al Dios vivo, dable es pasar revista a esos días de tanta ruindad aprendida en el fragor de experiencias aleccionadoras.
Así fue, luego que el creyente se encontrara en su salida fuera del campamento espiritual con una comunidad que se hacía llamar de los dirigentes, una expresión profana, no sacral ni cultual que etimológicamente expresa la idea de conducir, guiar, presidir, con una connotación de autoridad de mando.
Se escuchaba en aquel lugar que de ellos procedía la palabra de Dios que llegó allí por inspiración del Espíritu y por eso eran promotores de la fe, ya que habían sido preparados para ser modelos de fe y que supuestamente corroboraban con su conducta en unos testimonios fichados aprendidos de memoria.
En fin, de una comunidad que ya tenía su historia que en apariencia no se trataba de unos recién convertidos, al menos de sus iniciadores ya desaparecidos. Sin embargo, todo fue una ficción porque la descripción del curso distaba mucho de la realidad, porque no custodiaban la fe como es debido, y tampoco cuidaban con solicitud, hasta el punto de perder el sueño por los conversos.
Pero lo más extraño, era que había que mostrarse dócil y obediente a unos mandatos que no procedían de lo alto, sino que respondían a una organización más pendiente de beneficios económicos que de la salvación de las almas.