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ORLANDO DICE

Intento fallido

La Junta Central Electoral no estuvo bajo presión, pero sí al acecho. Se le pensaba de un lado, y cuando decidió, se colocó en el medio. Lo propio de un árbitro.

En lo que se revisa el envés, y se hacen cálculos malignos, pues la perversidad nunca abandona el terreno, conviene reconocer que el organismo debutó con buen pie.

¡Y qué bueno! Era necesario y fue justo que el órgano de elecciones pusiera orden y los partidos no vivieran de sus propios caprichos.

Lo que hizo lo hizo de acuerdo a la Constitución, las leyes y los precedentes. Este último punto es importante, pues no se entiende que cada cuatro años los precedentes deban ser ignorados o dejados de lado.

Las conveniencias deben impulsar a los partidos en hacer o deshacer, pero no a la Junta Central Electoral, a la que la Constitución confía y la ley apodera de tareas y obligaciones que no puede eludir.

Basta ver o comparar la parcialidad política del Senado, atribuyendo a la Fuerza del Pueblo la segunda mayoría para que ocupara un sitio en el Consejo Nacional de la Magistratura, y la resolución del pleno de la JCE, fundada en el derecho.

Un derecho que se expresa en la Constitución, en las leyes y los antecedentes conocidos y reiterados a lo largo del ejercicio democrático.

Los seguidores de la Fuerza del Pueblo admiten una derrota que no fue. Nadie perdió la partida, ni tampoco la ganó un contrario.

Simplemente la Junta Central Electoral actuó de acuerdo a los resultados oficiales de las pasadas elecciones, en las que el PLD fue segundo en todos los niveles.

No se puede reclamar campeonato de bateo sin average superior, y la FP no solo quedó en tercer lugar, sino en un distante tercer lugar.

Lejos, pero muy lejos del PRM, y también del PLD. Además, corrigió la vieja costumbre del recoqueo, del redondeo, y como decía la publicidad de un ron: cada cosa en su lugar y en la mesa los que debían de estar.

El intento fue bueno, pero fallido.

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