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ORLANDO DICE

Oposición light

La última encuesta Gallup re­gistró a Leonel Fernández co­mo principal opositor al go­bierno, un dato que quedó al desgaire, sin precisarse ade­cuadamente.

Las cosas son como son, y en el caso de las encuestas no puede hacerse lo que un policía o fiscal con un sospechoso: pre­guntar y preguntar.

Así como los jueces deben hablar por sentencia, excepto José Alejandro Vargas (que se permite algunas licencias), las en­cuestas hablan por números, con porcen­tajes.

El contraste viene del hecho de que se considera que Fernández, antes que opo­sitor, es aliado de la actual administra­ción, y cada vez que el PRM puede, le da una mano.

No solo segunda mayoría en el Conse­jo Nacional de la Magistratura, decidida en el Senado, sino que igual se espera su­ceda en la Junta Central Electoral cuando se conozca el orden en la boleta y la asignación de fondos.

También entonces la Fuerza del Pueblo será mayoritaria por concesión del partido que más in­fluye en el organismo.

En ese sentido, la actual ges­tión va bien librada, pues difícil­mente por ahora Fernández y la Fuerza del Pueblo muerdan la ma­no que los alimenta.

Aunque se supone que se des­plegarán, ya que tienen que po­nerse en condiciones de crecer, por el momento deberán confor­marse con lo que llega del antiguo partido.

Las deserciones o el transfu­guismo continuarán, entre mu­chas razones porque dan una impresión equivocada, pero pro­vechosa.

Una percepción, un ilusionis­mo.

El lenguaje al uso ayuda a la im­presión, a la percepción, al ilusionis­mo. En un momento se habló de “he­morragia”, ahora de “estampida”.

No se asume la estrategia del cuentagotas, de los seguidores de Fernández de irse uno a uno o en pequeños grupos, de manera que el flujo fuera permanente.

Tampoco se cuentan como en una época los Austin, ni se atiende lo que todavía no es fenómeno, pe­ro que más adelante podría serlo: el relevo, el recambio.

Los viejos se van o se quedan atrás, pero las primarias produje­ron un subproducto, como la mela­za de la caña: los jóvenes que gana­ron en buena lid posiciones.

No todo fue Fernández y Medi­na.

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