POLÍTICA Y CULTURA
El azar no nos impide curar nuestras heridas
En una discusión entre el filósofo francés Regis Debray y un revolucionario trotskista en Santiago de Chile, en vísperas del Golpe de Estado contra el presidente Allende, y recién salido de la cárcel boliviana, Debray insistió en destacar la persistencia de los reflejos nacionalistas, como componentes de la lucha social y la necesidad de incorporar a los reclamos políticos de las confrontaciones, las peculiaridades y especificidades de cada estructura política de nación. El concepto de una estrategia planetaria en términos políticos, muy en boga tras la división desconcertante del mundo en bloques hegemónicos, fue cuestionado por Debray en una revisión de algunos planteamientos consignados en la estrategia continental de lucha, en cuyo cumplimiento había perecido en Bolivia el comandante Guevara. El contradictor de Debray le argumentó que la nacionalidad no era más que un azar geográfico y que no se podía fundar nada sobre un azar, y menos aún sobre un proyecto de liberación humana. Añadía el joven trotskista, que las naciones no tenían mucha importancia. Debray riposta diciendo que el planeta tierra es un azar astrofísico, y que el trotskista y él eran azares biológicos, lo cual no les impedía curar sus heridas. Debray agregaba que la muerte es también un accidente, de donde no se deduce, que cada uno pueda hacer de su vida un suceso. Y añadía Debray, que siempre nos desacreditamos al oponer una contingencia a una finalidad, porque la idea fija deduce las contingencias de un luminoso primer principio y margina el azar, como un resto de salvajismo. De esta reseña interesante de una discusión entre Debray y el trotskista, se rescata una importante versión de propuesta e incidencia en la voluntad humana. No hay dudas de que el concepto de la contingencia bien trabajado por Nassim Nicholas Taleb, en su obra, “El Cisne Negro” es un suceso mil veces presente en el transcurrir de la vida humana e histórica de la especie, pero a la vez, no nos da licencia para invalidar la voluntad humana, como ejercicio incisivo de corrección del fenómeno social. El impacto de lo altamente improbable, donde el autor argumenta sus ideas sobre los llamados sucesos que alteran el curso de los acontecimientos, no niega el asomo de la propuesta humana como correctora punitiva de las contingencias. Si como decía el trotskista citado por Debray, venimos del azar, no es imposible yugular su impronta, intervenir y usar correctivos, “para curar nuestras heridas”. Creo que la idea de lo aleatorio no nos desvincula del compromiso social, y nos permite incidir en la voluntad como correctivo. Si todo es azar y contingencia, también todo es voluntad y capacidad de articular nuevas estrategias preventivas, accionar consciente de la fijación de propósitos. El azar no dicta propósitos, es ciego, los seres conscientes apoyados en la sabiduría, la experiencia vital y la ciencia, pueden “corregir” los efectos inmutables de lo casual. El concepto de nación unifica en valores, delimita responsabilidades, asume diferenciaciones en la diversidad, sin caer en los excesos y males de sus caricaturas históricas.