ORLANDO DICE
Tropezar de nuevo
Lo peor que les puede pasar en política a un partido o a un gobierno es tener que levantar los pies después de un tropezón.
Aunque camine con más cuidado, el afectado cojeará y el dolor se mantendrá por un tiempo, dependiendo de cuan fuerte fuera el golpe.
Además de que aprendió a medir sus pasos de mala manera.
Los días últimos de Pompeya se iniciaron con una discusión que en principio se consideró bizantina, después sospechosa y finalmente produjo el desastre: Si primarias abiertas o primarias cerradas.
Las abiertas ganaron a las cerradas, y las cerradas aceptaron resignadas, creyendo que dominaban el truco, hasta que les cogió la noche y las sorprendieron de madrugada.
Poner el poder en manos de las masas, lo más democrático del mundo, dividió al PLD. El Donald Trump criollo no se aguantó las ganas y se mudó casa, aunque no de barrio.
Con tropezón, cojeando y con dolor, el PLD sale a camino, solo que ahora se cuida de levantar los pies y evitar chocar de nuevo con la misma piedra.
Julio Iglesias al parecer lo asesora.
La elección del presidente y secretario general no será rumba abierta, mambo de calle, sino tango, con pases elegantes y los cuerpos rítmicamente acompasados.
La situación la entiende cualquiera que no sea insurgente y quiera fastidiar, que al parecer es el propósito de unos cuantos que crean las condiciones para irse a rezar al otro velorio.
Si los eventos del Noveno Congreso se llevan de manera virtual, según obliga la pandemia y los protocolos de Salud Pública ¿cómo pretender juntar compañeros, aglomerarlos, con riesgo de contagio?
Además, se hace saber que la escogencia por el comité Central es provisional, no fórmula definitiva, y si la mayoría consultada aprobó, a los populistas de ocasión no les queda de otra que acoger, acatar, asumir.
Y que no traigan a Juan Bosch a colación, pues el PLD de entonces no era abierto.
Era una logia cerrada y los asuntos se decidían en organismos, como se intenta ahora.
Insistir en lo mismo no tiene sentido.