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Los códigos del cuartel

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

Aunque aprendiendo a go­bernar sobre la marcha, el PRM y su equipo en el poder tienen que actuar con sumo cuidado y con pie de plomo, primero, para no defraudar a los electo­res que se entusiasmaron con la oferta del “cambio”, segundo, para evitar que su ejercicio resulte “más de lo mismo” y, tercero, para que se libren de un desgaste que lo hagan parecer muy temprano co­mo un gobierno viejo. Cierto que, hasta ahora, el presidente Abinader luce con ojo avizor y con mocha afilada para cha­pear a quien se equivoque y se pierda en lo claro en el desempeño de la función pública encomendada, pero los inquili­nos del poder deben saber que, así como hay un pueblo observando y a la espe­ra de que, de verdad, haya un giro y que las cosas se hagan por el libro, igualmen­te hay una oposición al acecho para criti­car y capitalizar políticamente cualquier pifia en el litoral oficial. Y ojo, aun cuan­do todavía es muy prematuro para eva­luar y atacar al PRM y a su gobierno , ya hay alguna gente – por cierto, de parce­las políticas descalificadas, como un PLD con mucha tela por donde cortar y con cuentas por aclarar – que comienza a sa­car la cabeza y dejar caer algunas críticas (¿), por ejemplo con el tema del endeu­damiento, el aumento del precio de los carburantes y el manejo oficial de la pan­demia, que el PRM criticó cuando estaba en la oposición, pero que desde el gobier­no se ha visto obligado seguir agarrado a esa especie de “clavo caliente”. El presidente Luis Abinader- creo que el me­jor relacionista de su propio gobierno - no debe pensar solo, verlo y resolverlo todo él, sino que debería – si no lo tiene ya – dispo­ner de un equipo de “cerebros grises”, que hagan ese trabajo y adviertan al jefe del Es­tado de eventuales piedras o bultos en el camino, desde antes de llegar a la curva y de que se puedan tener consecuencias. Por ejemplo, un presidente nuevo en su ejerci­cio tiene que ser edificado a tiempo sobre el manejo de los códigos propios del cuartel y del trato con otros sectores fácticos o sen­sibles, algunos con raíces muy profundas en la sociedad, como la iglesia católica y la evangélica, a fin de evitar roces, dis­gustos o traspiés innecesarios. Como en todas las épocas aparecen funcionarios expertos en ganarle enemigos y malque­rencias gratuitas a su gobierno, afectan­do la imagen, es recomendable curarse en salud y dejarse asistir de gente con el talento y la visión suficientes para adver­tir -y evitar - el peligro, los errores o los posibles tropiezos en el camino o en el ejercicio del poder. No es malo, pero me­jor que enmendar errores, es evitarlos y no cometerlos.

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