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COLABORACIÓN

Advertencia a China

El camino seguido por el presidente Abinader con respecto a la República Popular China, señala ciertos signos que permiten identificar que la posición del Gobierno dominicano es la de no estar obligado a cumplir acuerdos firmados por la fuerza del poder a todas luces propios de una pérfida conquista de un Estado por otro sobre la base de ofertas y/o promesas que no pueden ser cumplidas.

Aplicando la diplomacia del Yuan, China Continental recorre el mundo, no ya fomentando la lucha de clases, verdad ésta que se dejaba conocer de la peor manera posible tratando de mantener la ficción de imponer por la fuerza su modelo inimitable, sino para ganarse espacio geopolítico y de mercados, y al mismo tiempo aislar a la República de China, Taiwán.

La posición del Estado chino frente a los otros estados es aparecer con amplios recursos económicos para préstamos e inversiones que cada vez lo hacen como una forma de anclar sus intereses y confrontarlos contra los de la potencia que desea enfrentar como alternativa que es Estados Unidos.

Esta descripción del comportamiento diplomático chino fuerza a abrir los ojos de los dominicanos porque aunque prudentemente se manejaron en el proceso electoral próximo pasado, en África (Zimbabwe, destitución de Robert Mugabe), y en Tanzania (con la reelección de John Magufuli) su influencia ha sido decisiva, e igualmente en otros países impactados por el Yuan, también Sri Lanca (cobraron una deuda con un muelle).

A muchos dominicanos no se nos convenció de lo que se pretendió llamar la buena y la mala China, y que amparándose en el lirismo danilista se quiso disimular ese paso con la llegada de millones de turistas chinos y amplias inversiones.

Hemos dicho que este lenguaje no debe engañarnos firmando acuerdos para otorgarle espacios estratégicos lo que no ha hecho más que poner nuestro principal socio en una posición de “vigilar nuestra imparcialidad.”

Siempre tuvimos la duda de ¿por qué ésta alianza tan abrupta?; ¿a qué obligaba? Tal fue la pregunta que nos hacíamos y el gobierno de Danilo Medina no la respondió, o, al menos, no lo hizo satisfaciendo nuestras inquietudes.

Pero más luego las autoridades de Taiwán declararon que la “valerosa actuación” fue todo un acto mercenario que convirtieron a República Dominicana como “sierva” de China Continental por una transacción cuyo precio se fijara en tres mil millones de dólares. ¡Gravísima afirmación!

Ante este mediocre contexto, el presidente Abinader sugiere que no se arriesgará a perjudicar la fidelidad a nuestro mejor socio y vecino.

El alineamiento a la Red Limpia excluyendo a Huawei es una buena demostración. Creemos que el Presidente tiene justificación para desconfiar de los ambiciosos chinos comunistas.

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