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FE Y ACONTECER

“Alégrate, llena de gracia”

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Cardenal Nicolás de Jesús López RodríguezSanto Domingo

IV Domingo de Adviento 20 de diciembre de 2020 – Ciclo B

a) Del segundo libro de Samuel 7, 1-5.8b-11.16. La profecía de Natán en este capítulo 7º constituye la gran promesa del Señor a David: “Tu casa y tu reino durarán para siempre en mi presencia”. David quiere construirle un templo al Señor, pero Él lo rehúsa y en cambio Dios le promete construirle una casa: su dinastía. En este caso la palabra “casa” tiene un doble significado: el sentido normal, refiriéndose a un espacio material fijo, hogar que acoge y protege, y metafóricamente la familia se construye con los hijos y sucesores.

En este sentido, la promesa de Dios a través de Natán a David va más allá de su inmediato sucesor que fue Salomón. La profecía de Natán constituye el punto de arranque del mesianismo real, que presenta al futuro Mesías con rasgos tomados de la figura del rey.

b) De la carta de San Pablo a los Romanos 16, 25-27. Estos versículos comprenden la conclusión de la Carta de San Pablo a los Romanos y en ellos se refiere al misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, revelado por los profetas muchos siglos antes de su nacimiento, misterio que es el acceso de los paganos a la salvación (Ef. 3, 8s; Rom. 11, 25; Col. 1, 25-27) gracias a la predicación de los apóstoles, como principales testigos de aquel misterio. Estas palabras finales de su carta constituyen un himno de alabanza a “Dios, el único sabio” por haber revelado en Jesucristo su secreto callado durante siglos y ahora “manifestado a todos los paganos… para que abracen la fe” (V. 26).

c) Del Evangelio de San Lucas 1, 26-38. Este domingo corresponde a la 4a semana de Adviento y con ella concluye este tiempo litúrgico, para dar paso al Tiempo de Navidad. El diálogo de la Anunciación, contiene el cuadro vocacional común a todos los casos de llamada por Dios en el Antiguo Testamento. San Lucas, en su relato, presenta estas etapas: Saludo y comunicación de la misión confiada: El ángel dijo a María: “Alégrate, llena de gracia… No temas… Darás a luz un hijo”. Se está verificando ya la profecía y señal de Isaías 7, 14; así como también el cumplimiento más exacto de la profecía de Natán a David de parte de Dios.

María se convierte en la Madre de Jesús con su aceptación del mensaje divino (v. 38): “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Su respuesta es un compromiso total y personal con Dios, al que se mantendrá fiel durante toda su vida, su “sí” es su opción radical por Dios, con lo cual se consume el mayor acto de fe, María se ha fiado, le ha creído, con su sí demuestra que cree que “nada es imposible para Dios”.

La Virgen María nos enseña que la aceptación del hombre por Dios no torna ocioso nuestro compromiso mundano, pues Dios es tanto más creador cuanto más responsabiliza al hombre. El “hágase” y el “magníficat” muestran al cristiano de hoy el modo de asumir compromisos concretos de presencia en el mundo y en la sociedad en que vive, empeños conforme con la voluntad de Dios.

Aprovecho para desear a los amigos lectores una FELIZ NAVIDAD, al tiempo que les invito a presentar su regalo al Niño Dios siendo solidarios con los más necesitados. ¡Salud, paz y bendiciones!

Fuente: Luis Alonso Schökel: La Biblia de Nuestro Pueblo. B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra. R. Cantalamessa: “Echad las Redes”.

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