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EL BULEVAR DE LA VIDA

Claro que podemos, Altice

Siempre llama mi atención, la valora­ción tan pesimista que muchos domi­nicanos tienen de su país y de sí mis­mos. Lo prestos que estamos siempre para echarnos en cara nuestra defi­ciencias, y lo mucho que nos cuesta reconocer nuestros avances. Tengo ejemplos.

Podría comenzar diciendo que, por com­promisos asumidos previamente con la felici­dad que es el mar, ayer no pude asistir al acto en donde el Presidente Abinader entregó el carnet de acreditación al afiliado del SENASA número dos millones. Recordar que recientemente en mi programa de televisión, el experto y director de EDUCA, Darwin Caraballo consideró que el modelo educativo aplicado por el Ministerio du­rante la pandemia: “Aprendiendo en casa pre­servando la salud”, tiene vocación de exporta­ción, e informó que al conocerlo, la UNESCO juzgó importante exponerlo al mundo, por lo que organizó una reunión con los 144 países miembros, en donde República Dominicana fue el único país que expuso su modelo, califica­do como innovador y creativo por la utilización de todas las herramientas que ofrece la tecnolo­gía para el proceso educativo, combinado con la presencia de los docentes en la escuelas y el apoyo a las familias más carenciadas.

En fin, un excelente modelo educativo con un gran defecto: fue diseñado no por un John Jefferson Smith, ni por Albert Sigmund Aden­auer, sino por el actual ministro y campesino su­reño, doctor Roberto Fulcar y su equipo, por lo que reconocerlo es, sino imposible, sumamente doloroso para muchos. Y todo por ese pesimis­mo que heredamos de Iberia los dominicanos, en nuestra condición de andaluces pasados por África. Si algo faltaba, Industria y Comercio in­forma que el sector de Zonas Francas como el de la Construcción o las remesas ha logrado su­perar -en tiempos de Covid- el crecimiento del año pasado, en igual periodo. Logros son del pueblo dominicano y no de España, aunque a muchos les cueste celebrarlo por lo tanto que lloran sus fracasos, incapaces de entender que ellos solo son ensayos para el éxito, como a ve­ces es la ausencia un ensayo para el olvido.

Cuanto antes, los dominicanos debemos de­jar brotar el ego cubano-argentino, que todo ser humano lleva dentro. Necesitamos urgente­mente a esa amiga, a la que su abuela le heredó un ego tan sano, que todos sus amigos pedimos a Dios que se lo bendiga, pero que, por favor, no se lo aumente.

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