OTEANDO
Congreso y control del gasto público
En el Poder Legislativo se expresa la soberanía popular -es el resultado del voto para representarnos-, por eso se hace necesario que juegue con presteza uno de sus principales roles, identificando concienzudamente tanto las fuentes de los ingresos proyectados como el uso que se le dará a lo recaudado.
Muchos opinan que, dado su carácter político, esta labor del Congreso ha ido un poco desplazando su labor esencial que es la de legislar.
Nuestra Constitución prevé cuatro tipo de controles de los fondos públicos, a saber: control político, ejercido por el Congreso Nacional, control interno, ejercido por la Contraloría General de la República, control externo, a cargo de la Cámara de Cuentas y control social que está a cargo de la sociedad.
Pero el control del Congreso Nacional -control político- asume un doble objetivo: control de la legalidad y control de la oportunidad del gasto público.
Esta labor, que realiza con el auxilio de la Cámara de Cuentas, que está obligada a remitir un informe anual de la ejecución del presupuesto para que aquél lo apruebe, se traduce en examinar, a su vez, si el uso de los fondos se hizo sin transgresión de la norma y, sobre todo, si ha sido pertinente. O sea, que el examen de la legalidad se contrae al de debido cumplimiento normativo, mientras que el de oportunidad a la adecuación de lo previsto con lo realizado.
¿Por qué aludo todo esto? Porque, aunque todos saben que la ciudad de Santiago de los Caballeros me adoptó apenas un adolescente, en la que he vivido por casi cincuenta años, fue en un olvidado pueblito de la frontera donde nací, Dajabón.
Y precisamente, en el marco de las discusiones de la Ley de Presupuesto General del Estado para 2021, he visto a la aguerrida diputada Sonia Agüero clamar porque se incluya en dicho presupuesto la partida para continuar reconstruyendo el hospital de allí, la cual no está siendo considerada.
La diputada Agüero lo pedía casi con lágrimas en los ojos y la atención solidaria de todos de sus colegas. Fui practicante en ese hospital en los años setenta y aún ofrece el mismo aspecto de entonces, atiende dominicanos y haitianos, pero en la más precaria de las situaciones. Dajabón necesita su hospital, me uno a ese pedido y pido el concurso de todos para ello.