EL BULEVAR DE LA VIDA
Los cien días del presidente Abinader
Decía Jaime Sabines que en las cosas del querer, “en una semana se pueden reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego”.
Sin embargo, en la presidencia de un gobierno cien días no son suficientes para lograr quemar nada, aunque sí para encender el fuego del cambio, del parking o del retroceso.
La primera señal enviada por el Presidente fue su marcado interés por diferenciarse de su antecesor, e imponer su estilo en fondo y forma.
Lo del cambio en las formas comenzó el mismo 16 de agosto, con la llegada del automóvil presidencial marca Tesla, que tanto disfruta conducir el relativamente joven mandatario.
Junto con el auto vendrían las chacabanas, que don Hipólito introdujo a Palacio, y que el hijo del Dr. Abinader utiliza muy frecuentemente, y qué bueno.
Son detalles nunca inocentes. Las casualidades no son cosa de la política. En la forma está también el fondo. “El medio es el mensaje”, e incluso puede ser también un masaje, un útil instrumento de persuasión política.
Y como la estética debe propiciar la ética, así llegamos a dos de los ejes fundamentales del nuevo gobierno: la recuperación del país de una arrabalización institucional que ha ido en aumento con cada gobierno y, por supuesto, la jodida corrupción con impunidad, tan exhibicionista como fantoche, y que por años uno resumió en una expresión: ¡Lo mucho hasta Dios lo ve, se van a morir de éxitos! Pero ni caso.
Llegados los primero 100 días, la valoración popular del gobierno, según varias encuestas, supera el 70 por ciento. Pero los riesgos están ahí, Presidente.
Las perversidades de nuestra cultura política no son de la exclusividad de un partido, pero hay una feliz diferencia: El mandatario, -que parece tener el don de la ubicuidad, al punto de que él mismo genera y mata su propia noticia- sí reacciona a esos excesos, y Montecristi, su senador y su nuevo teniente de la Policía Nacional, son el mas reciente ejemplo.
Entonces, Presidente amigo. Siga en su Tesla vestido de chacabana, siga mostrando amor y bailando bien a la amada, bote el golpe en pequeñas tertulias con vino, y algo importante: elija usted fecha, hora y lugar de nuestra prometida entrevista de los 100 días en McKINNEY, mis televidentes esperan.