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PEREGRINANDO A

La incomodidad de los descubrimientos

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Thomas Samuel Khun, Doctor en Física por la uni­versidad de Har­vard, planteó que la revolución copernicana, fue también una revolución en la astronomía, la física, la filosofía y la teología. Sus descubrimientos solo fueron aceptados, cuando cambia­ron también otros saberes e intereses (ver, La revolución copernicana, la astronomía planetaria en el desarrollo del pensamiento occidental, 1978, 1ª edición en inglés, 1957).

Era imposible suprimir la obra de Copérnico, estaba impresa. Pero Aristóteles lle­vaba unos dieciocho siglos al bate y Tolomeo catorce. Los contemporáneos de Copér­nico le atribuían a la Biblia la verdad universal, también la científica. La interpretaban al pie de la letra. Aceptar el he­liocentrismo contradecía la experiencia diaria. Kuhn nos refiere lo que sucedió des­pués de Copérnico: solo un erudito podía comprenderlo. Los libros de astronomía más populares no mencionaban el movimiento de la tierra, ni la centralidad del sol. Mu­chos astrónomos empleaban diagramas y cálculos coperni­canos, ¡pero no podían acep­tar que la tierra se moviese! Ese descubrimiento les com­plicaría la vida. A pesar de que los discípulos de Copér­nico, como Georg Joachim Rheticus (1514- 1576), di­vulgaron sus hallazgos, po­cos aceptaban la teoría helio­céntrica. Tycho Brahe 1546 – 1601, “el más grande de to­dos los observadores a simple vista” (Kuhn, 1978, 26) toda­vía colocó al sol girando alre­dedor de la tierra.

Cuando el papa Grego­rio XIII (1572 – 1585) corri­gió el calendario juliano, to­do el mundo adoptó el nuevo y más preciso calendario. Pero como era obra del pa­pa, los países de religión or­todoxa, como la Rusia de los zares, lo rechazaron. Fue­ron los comunistas soviéticos ateos quienes adoptaron el calendario del papa. La Igle­sia católica había empleado las llamadas Tablas Prusianas publicadas en 1551 por Eras­mus Reinhold, basadas en los descubrimientos Copérni­co, pero eso no le salvó de ser condenado en el 1616. La In­quisición lo colocó entre los Libros Prohibidos por afirmar que la tierra se movía. Hubo científicos que rehusaron mi­rar por el telescopio de Gali­leo. Todavía en 1873, un lute­rano condenaba a Copérnico. Se ha descubierto hace años: mundialmente, nuestro país tiene uno de los mayores índi­ces de fatalidades en carrete­ras. En lugar de los vehículos pesados girar y transitar a la derecha de acuerdo a la ley, la ley gira y transita de acuerdo a los infractores y sus pesados dueños.

El autor es Profesor Asocia­do de la PUCMM.

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