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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

Aquí se pierde el que quiere

Encontrarse perdido en un lugar ext raño y en contacto con personas desconocidas, es una experiencia muy engorrosa. Más aún, si tú eres el responsable de guiar a los otros en el camino.

Durante un ascenso al Pico Duarte, se nos extravió uno de los muchachos que andaba en la excursión. De inmediato paralizamos toda actividad y nos dispusimos a la búsqueda del joven, pero qué va, nada de nada.

Tras muchas horas de búsqueda avisamos a las autoridades, ellos enviaron un escuadrón que obtuvo resultados inútiles.

Más tarde tuvimos que recurrir a los campesinos del lugar, que, por norma, conocen los alrededores de este lugar llamado ¨El Tetero ¨, pero otra vez, nada de nada!

Un servidor junto a otro compañero, nos adentramos heroicamente en el bosque, pero qué va, las cosas no fueron tan simples y nosotros mismos quedamos desorientados en medio de los matorrales.

Al caer la tarde, tratamos de encontrar la salida siguiendo las huellas de los animales, pero así nos sorprendió la noche.

El nerviosismo se podía cortar en el aire con un machete, pero tratábamos de ignorar el peligro al que estábamos expuestos.

El día siguiente, aún sin respuestas, nos trajo la frustración de que algo terrible había pasado. Tras un tiempo de fervorosa oración, dimos casi por terminada la búsqueda, pero en eso oímos un griterío y allí estaba frente a nosotros, el tan ansiosamente buscado joven.

Venía bajando junto a unos forasteros alemanes con quienes luego intercambiamos historias y escuchamos algunas de sus interesantes travesías.

Hoy en día somos más cautos al organizar estas aventuras, vamos más preparados para evitar desenlaces desagradables.

No sólo vamos con la planeación humana, sino que nos hacemos acompañar de las oraciones de los participantes, y de aquellos seres queridos que quedan en casa.

Y es que, en cada acontecimiento de la vida, no tenemos más garantía que la que recibimos de lo alto, Dios nunca falla.

Muchas personas se pierden al final de sus días, es una triste realidad, pero no es inevitable, ya que Dios nos ha dejado los medios necesarios para alcanzar la Vida Eterna, sólo hay que responder a Su llamado. ¡Por lo que puedo afirmar con toda seguridad, que aquí se pierde el que quiere!

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