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EL BULEVAR DE LA VIDA

Repaso a la partidocracia

De tan demostrada, la frase es ya un axioma: “Sin unidad no hay victoria”, y porque lo ha vivido lo sabe bien a par­tidocracia reinante. Veamos.

Las reiteradas divisiones del PRD facili­taron los “triunfos” del Dr. Balaguer, y en 2016 el triunfo del PLD. Por dividirse per­dió el partido morado las pasadas eleccio­nes. Mientras, por lo mismo, el PRSC y el PRD languidecen rumbo al olvido.

Hoy en el PLD queda todo por hacer o más bien por rehacer. Mientras la FP tiene la ta­rea que en 2016 tuvo el PRM: convertirse en un partido institucionalmente fuerte, para lo que tiene la ventaja (y la desventaja, según se mire) de haber sido creado con dos obje­tivos fundamentales. El primero consistió en hacer todo lo posible y parte de lo imposible por evitar el triunfo de su partido de origen, el PLD, (-también en política -como en lite­ratura- “hay que matar al padre”-) y, el segun­ do, retornar a la presidencia de la Repúbli­ca a Leonel Fernández, lo que le otorga a ese PLD en verde que es la FP, una característica caudillista que si bien inicialmente facilita la autoridad y la cohesión interna, al mismo tiempo representa el riesgo de que en 2024 continuemos atrapados en la frase milenaria de don Alfredo Mota Ruiz: “Balaguer sin ti se hunde este país”.

Lo de la FP es la reedición del PLD de los setentas enfrentado al PRD de enton­ces; sólo que ni Leonel Fernández es José Francisco Peña Gómez ni Danilo Medina es Juan Bosch.

Por su parte, el gubernamental PRM tie­ne la tarea de resistirse a la vocación a la di­visión que heredó del PRD; mientras gol­pea al PLD con la suficiente fuerza para evitar o por lo menos dificultar la renova­ción, reconciliación y reunificación de los morados, a quienes les conviene entender que en la política y en la vida, el enemigo de mi enemigo es mi amigo, lo que decre­ta un tácito acuerdo entre la FP y el PRM, cuyo primer fruto podríamos verlo en la se­lección de los miembros de la nueva JCE.

En el PRM, el presidente Abinader debe propiciar la pacífica convivencia entre él, Hipólito Mejía y David Collado, (y lo que ellos representan), de forma tal que sus contradicciones por la candidatura presi­dencial 2024 no afecten la unidad de la or­ganización ni la marcha del gobierno.

¡Que por consejos no quede!

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