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EN LA DIANA

Bonos soberanos y mega reforma

Primer Tiro Aunque en agosto ya empezaba a sentirse una ligera disminu­ción en la severidad con que la pandemia azotaba la economía, no hay duda de que la exitosa colocación de US$ 3,800 millones de bonos soberanos constituyó un fuerte efecto de vien­to de cola sobre la trayectoria de los indicadores de reactivación, y en contra de las expectativas negati­vas del panorama macroeconómi­co de corto plazo. El tipo de cambio permanece fuertemente anclado, mientras que indicadores claves, como el IMAE del Banco Central, la tasa de crecimiento de los ingresos tributarios y del crédito bancario en moneda nacional, y la cantidad de trabajadores reportados a la Tesore­ría de la Seguridad Social, sugieren que la velocidad de recuperación de la economía se ha acelerado en los últimos dos meses. Aunque es po­sible que los ánimos y las expectati­vas devaluatorias se hayan aplaca­do transitoriamente (así lo sugieren los cambios en el balance de ac­tivos internacionales netos de los intermediarios financieros y en los depósitos del sector priva­do en moneda extranjera), hay que demostrar que el tenebroso fantasma del Riesgo y la Insos­tenibilidad fiscal será obligado a mantenerse dentro de su sepul­cro.

Segundo Tiro La formulación y puesta en eje­cución de un Plan para la re­cuperación de parte de la Sos­tenibilidad y del Espacio Fiscal perdido durante la Pandemia, es una de las tareas más prio­ritarias y urgentes para países que, como la Republica Domi­nicana, se vieron obligados a subir excesivamente la partici­pación de la deuda y de sus in­tereses en el PIB y en los ingre­sos tributarios. El presupuesto del próximo año, la política tri­butaria, y el conjunto de las polí­ticas públicas, deberían ser pen­sadas partiendo de que el 2021 sería un año de transición. Si se acepta que la combinación pre­sión tributaria y los intereses de la deuda pública como porcen­taje de los ingresos tributarios es un indicador de insolvencia fis­cal, entonces hay que concluir no solamente que el presupues­to del próximo tendría enormes restricciones adicionales a todos los anteriores, sino que también durante el mismo se debe for­mular y aprobar la gran Refor­ma que entraría en ejecución en el 2022.

Tercer Tiro La gran Mega Reforma debe­ría incluir un Pacto que reduz­ca rápidamente el déficit de las empresas publicas eléctricas, una nueva arquitectura insti­tucional que aumente la efi­ciencia del sector público, una aceleración de la inversión pú­blica con APP en forma de Fi­deicomiso, la capitalización del Banco Central, y una ma­yor eficiencia de la gestión de la deuda pública interna (con un intercambio de deuda en­tre el BC y el MH, y una so­la estrategia de colocación de títulos). La Mega Refor­ma será una tarea extrema­damente difícil y complica­da, en términos económicos y políticos. Pero formular una hoja de ruta y un mapa con­ceptual de su contenido es una tarea que debe iniciarse de inmediato, para luego pa­sar a una estimación de sus impactos en los ingresos, los gastos, y en la trayectoria de la deuda publica consolida (incluyendo la aplicación de los ingresos provenientes de la venta de parte de los acti­vos financieros públicos a su reducción), culminando con la consolidación de un Presu­puesto Plurianual en un Plan de mediano plazo del Sector Publico, totalmente alineado a los Objetivos del Desarrollo Sostenible y la Estrategia Na­cional de Desarrollo.

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