FIGURAS DE ESTE MUNDO
Escudo y gloria
“Muchos son los que dicen de mí: No hay para él salvación en Dios. Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; mi gloria, y el que levanta mi cabeza” (Salmo 3:3-4). Perseguido por su hijo Absalón, David ve cómo los adversarios se precipitan sobre él, pero, al mismo tiempo, ve la mano protectora de su Dios. Sus enemigos pretenden que ni Dios lo salva, pero el salmista tiene la certeza de que Jehová obra a su favor. Los contrarios dicen de él: “No existe salvación para él en su Dios”, mas el salmista profesa su fe en el Señor, que es su ‘escudo’ y ‘gloria’. “Si Dios es por nosotros, quién contra nosotros”, dirá más tarde el apóstol Pablo. Primero el cantor compara a Dios con el escudo del guerrero, que lo resguarda de los ataques de sus rivales y oponentes; y, segundo, le llama “Mi gloria”, esto es, quien restablece su honor, afirma su dignidad y reconoce su integridad. Dios es quien nos provee defensa y honra, y todos los beneficios. Porque: “¿Qué tienes que no lo hayas recibido?; y si lo recibiste, ¿por qué te ensoberbeces como si no lo hubieras recibido?”.